La última acción vergonzosa se ha ocultado intencionadamente entre las medidas de la Reforma Fiscal. Consiste en el pago de impuestos de los despidos a los trabajadores.

Para justificar tal indignidad, se habla de “evitar abusos”, -¿de quienes? -, cuando gran parte de la crisis de moral y la corrupción que anida en España se debe a las tropelías cometidas por el Gobierno y la dirección del PP así como toda una “casta” (¡qué palabra más bien utilizada!) de la élite económica y política de este país que no tuvieron empaño en subirse sueldos astronómicos, pensiones millonarias, viajes, coches, vacaciones, tarjetas, y etc, etc, montados en el carro inagotable de los recursos públicos.

Pero ahora, se realiza la medida más injusta: ¡¡pagar justos por pecadores!! y repartir el castigo entre los más miserables. ¡Si Victor Hugo reescribiera su novela encontraría terreno abonado en esta sociedad contemporánea!

La medida “estrella” de la Reforma Fiscal impone pagar impuestos por despidos a los trabajadores que han perdido su trabajo, que no saben cuándo volverán a encontrar un puesto digno en una España que encabeza la lista del desempleo, que el despido es el único colchón del que dispondrán cuando terminen su prestación, que ya han sufrido una rebaja en la Reforma Laboral pasando de 45 días a 20 por decreto, ¡¡anulando unos derechos adquiridos!!

Y todo ello en un país como España, que lamentablemente encabeza el crecimiento de la desigualdad de los países europeos, donde la pobreza sigue en aumento, donde los informes de instituciones como Cáritas alertan del peligro y riesgo que sufre mucha población española que se está quedando fuera del sistema laboral, que la pobreza infantil y la falta de alimento diario en muchos niños comienza a ser preocupante, y hoy sabemos también que, detrás de Rumanía y Grecia, somos quienes tenemos mayor riesgo de pobreza de los trabajadores.

Trabajar ya no equivale a vivir dignamente, ni siquiera en muchos casos, equivale sencillamente a vivir, porque no se gana suficiente para llegar a final de mes, pagar una hipoteca, hacer frente a los recibos básicos, o dar de comer algo más que “pan” a los hijos.

Los actuales trabajos que se crean en España son precarios, inestables, en malas condiciones, con bajos salarios, sin derechos, y muchos de ellos, “en negro”.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, “el porcentaje de trabajadores que ganan en España una cantidad igual o inferior al salario mínimo interprofesional se ha duplicado desde 2004”. Y según informe el diario El País, “los sueldos bajan más de lo que dicen las estadísticas, tal y como advierte el Bando de España”.

¿No ha sido suficiente con devaluar España para salir de la crisis? ¿No ha sido suficiente con recortar prestaciones y eliminar derechos? ¿No ha sido suficiente con reformar las condiciones laborales para estrujar aún más la precariedad y la incertidumbre? ¿No ha sido suficiente con aumentar la brecha de la desigualdad y generar pobreza? ¿No ha sido suficiente con provocar un aumento de la emigración de los jóvenes y el talento?