Esto también es España, aunque la atención esté más centrada en los duelos futbolísticos Madrid-Barcelona, en como son las casas de los millonarios o en el último enfrentamiento televisivo de las estrellas del corazón. ¿Qué estas dispuesto a hacer ante la sociedad de los invisibles?. Existen varias opciones, la primera es contemplar el paisaje desde la ventana del coche o del tren, y complacernos del país que tenemos hoy, que es cierto que ha avanzado muchísimo.

En esta opción, estaremos reconfortados de ver como durante las últimas tres décadas del siglo pasado, España, aunque tarde, se suma a las profundas transformaciones sociales, políticas, económicas que tienen lugar en durante el siglo XX. Afirmaremos, convencidos y contentos en nuestras conversaciones, que en un corto periodo de tiempo, y a un ritmo que ha sorprendido a propios y extraños, hemos modernizado nuestro país, gracias al dinamismo de la sociedad española, y a los cambios en las costumbres y mentalidades, convirtiendo a España en una de las economías más desarrolladas del mundo y en referente en la consolidación de derecho civiles y sociales. Pero en ese orgullo patrio, en esta imagen, no encaja ni la exclusión ni los excluidos, ni la pobreza ni los pobres. Entonces, hay que hacer algo, que no es otra cosa que hacerles invisibles, como si cerrando los ojos o no viéndolos no existieran. Esta es la política que plantean políticos como el Alcalde de Madrid, el señor Gallardón, cuando solicita una ley estatal que permita a la policía retirar de las calles a las personas sin hogar en contra su voluntad. Aquí lo importante no es acabar con la exclusión en una sociedad rica, sino que no se vean, porque no quedan bien en la ciudad de cara a los turistas o a las presentaciones públicas en el centro urbano.

La segunda opción, es enfadarse sin hacer nada, algo así como pedir que paren el coche o el tren que yo me bajo. Proclamar la injusticia y el drama terrible de quien está en esas circunstancias y ser conscientes del aumento de la desigualdad en las sociedad del siglo XXI, pero no llegar a la acción porque es algo inevitable, aunque éticamente inmoral pero inevitable. En esta elección, somos conocedores y también sufridores de la reducción de la protección social, de la mayor desregulación laboral, de la precariedad laboral, del paro masivo, y de la dualización de una sociedad donde el poder económico cada vez está más concentrado en unos pocos miembros de la elite económica. Somos individuos aislados y resignados, educados para no actuar.

La tercera opción, también comienza con paren que yo me bajo, pero en lugar de enfadarnos, nos indignamos. Es decir, pasamos a la acción, cambiamos al conductor y decidimos como sociedad ir por otro camino, con nuevos objetivos, y a otra velocidad, para que nadie se quede en la cuneta. En este caso, sabemos que nos hemos convertido en una sociedad desarrollada cuyos parámetros son perfecta homologables a los de las sociedades más avanzadas, pero no cerramos los ojos. El aumento de la renta per cápita, la universalización de la educación, la sanidad, las migraciones internas y las nuevas migraciones que vienen del exterior, las transformaciones del modelo de familia y la laicidad de la población, el cambio en la pirámide poblacional, el acceso a la cultura, la identidad social, los nuevos tipos de participación, la igualad de la mujer y su incorporación al mercado laboral, son el reflejo de una sociedad desarrollada, que además refuerza las políticas sociales para acabar con la pobreza, a través de un Estado de Bienestar creciente. Esto, solo se hace con la participación activa de los ciudadanos y con la elección de gobiernos que se comprometan al progreso con equidad.

La economía y la sociedad funcionan mejor en y con democracia. Pero cada ciudadano tiene que decidir. Primero, en que opción se sitúa, si entre los que quieren agrandar la sociedad de los invisibles o los que quieren acabar con ella. Y después, a quién elige para gobernar, porque de esta elección dependerá que nuestros gobiernos se comprometan con la causa de la libertad, la igualad y la justicia social, o no lo hagan.

En un siglo, donde se están produciendo las transformaciones sociales, políticas y económicas más profundas y amplias que hasta este momento ha conocido la Humanidad, no puede existir la sociedad de los invisibles. Tiene que convertirse en un mal recuerdo de la historia. Tuya es la decisión ¿Qué decides?