Borrón, ciertamente para los centenares de ciudadanos indefensos que han suprimido, pero estos no pueden encontrar cuenta nueva. De ellos, ni una sola palabra, ni de recuerdo, ni de lástima, ni de compasión.

Borrón, desde luego para la violencia, ya que encuentran en las urnas más victorias que las que encontraron con las pistolas. Pero, ¿qué pasará si un día empiezan a retroceder en las elecciones? Al no haber expresado una sola palabra de condena por los asesinatos o de remordimiento por los sufrimientos causados, quién puede creer que la violencia a la que hoy parecen renunciar -pero que nunca han condenado-, puede estar definitivamente alejada de sus mentes?

¿Borrón? Cuando se suceden los homenajes a los etarras excarcelados como si cada una de esas manifestaciones no fuese una exaltación de los crímenes cometidos.

La convivencia no puede obtenerse en base al “borrón”, sobre todo cuando ETA no se disuelve. Esto parece que el PNV también lo ha olvidado. Es fácil, es hipócrita, adherirse a una manifestación con un lema que se sabe no se va a corresponder en realidad a la actitud de los manifestantes. Hay quienes han dicho y repetido que los de ETA fueron siempre los hijos de los del PNV. Los últimos acontecimientos les darían la razón. Seguro que no de todos los del PNV. Porque al Partido Nacionalista Vasco le ocurre algo parecido a lo que al PP le pasa en el plano nacional. En el PNV hay quienes son furiosamente nacionalistas y hay quienes piensan que el nacionalismo puede compartir terreno político y actuación en la sociedad con otras gentes que no los son. Fue lo que ocurrió durante el Franquismo. Pero hoy estos últimos están acallados, como lo están los moderados del PP, por aquéllos que no dudan en acudir a manifestarse para mayor gloria de los presos de ETA. Así no se podrá nunca avanzar para la definitiva paz en Euskadi. Porque lo que existe hoy es una “tregua indefinida” de las armas, no el final de ETA y la entrega de las pistolas y de las bombas. A la sombra de ETA no puede avanzar Euskadi hacia la convivencia social. Sobre todo cuando dictan la actualidad quienes siguen siendo miembros de ETA o sus discípulos políticos.

Y para colmo, en Euskadi como en Cataluña, es ensordecedor el silencio de Rajoy. El vacío, en la política como en la naturaleza, siempre se rellena, aunque sea de mala manera. Esta vez con la sombra de ETA. ¡Qué diferencia con los tiempos de Patxi López!