Si a los de por sí trágicos acontecimientos de Japón, añadimos los no menos trágicos sucesos que están ocurriendo en Libia (el 13% de nuestro petróleo procede de Libia), el temor a su extensión por emulación a otros países productores, Irán, Irak, Arabia Saudí etc, y la escalada del precio del petróleo, que se ha sucedido en las ultimas semanas, tenemos en ciernes serios problemas a la vista, que pueden ahondar nuestra situación de crisis.
España solo produce el 0,11% del petróleo y del gas que consumimos, anualmente 67 mil millones de Tm de productos petrolíferos. De esta cantidad, solo 122.000 toneladas, se producen en España por lo que nos vemos obligados a importar, prácticamente, el 100% del petróleo y del gas que consumimos cada año.
Según el Gobierno, la factura energética alcanzara 46.000 mil millones de euros en 2011, si se mantienen los precios del petróleo en los niveles actuales. Algún organismo, como el Cores, dependiente del Ministerio de Industria, eleva la factura a 58.000 mil millones de euros en el año 2010. Sea una u otra cifra la correcta, estamos hablando de un importe enorme de recursos que transferimos al exterior desde nuestros bolsillos todos los años, sin solución de continuidad.
Si comparamos este ingente importe de recursos con alguna magnitud relevante de nuestra nación, un poco más conocida, estamos hablando de más del 50% del dinero que destinamos a pagar las pensiones de nuestros padres, de la mitad del déficit público del año 2010, objeto de tantos desvelos para todos, de 8 veces el importe de lo que invierte España en un año en I+D+i, que tanto necesitamos para cambiar el perfil de nuestra economía, igual múltiplo para las tan traídas y llevadas primas a las energías renovables, y, para acabar con las comparaciones, ¡más de cien veces el importe destinado a ahorro y efiiencia eneergética durante un año por las distintas Administraciones!
Por ello, y a pesar de la críticas que se han producido desde diversas instancias, bastante inoportunas por otra parte, contra el Gobierno de la nación, a raíz de la aprobación por el Consejo de Ministros, del pasado día 4 de marzo, del Plan para la Intensificación del Ahorro y la Eficiencia Energética en nuestro país, bienvenido sea este Plan y los que sigan en la misma dirección.
Con todos los defectos o carencias que se le puedan señalar, quiero en este artículo “romper una lanza” a favor de esta iniciativa del Gobierno, pues existen múltiples razones a añadir a la factura de las importaciones de petróleo y gas, que no tienen cabida en este breve comentario, tales como la reducción de emisiones de CO2 y otros GEI (Impacto en la Salud de los Ciudadanos), empleo, los recursos puestos a disposición por el Plan, 600 mil millones de euros de la línea ICO, habilitada para este fin y algunos otras que sería prolijo enumerar.
Dejo al alcance de los lectores, que calculen el importe anual que significaría una reducción del 20% de nuestras necesidades energéticas, el destino que se podría dar a esta enorme suma de recursos cercana al 1% del PIB,10.000 mil millones de euros, si alcanzamos el objetivo marcado por la Unión Europea, 20% de mejora de las necesidades energéticas de los países miembros a través de actuaciones que produzcan ahorro energético y que, por tanto, aumenten la eficiencia energética de las economías de la Unión Europea. Eso significaría producir la misma cantidad de Bienes y Servicios (PIB), consumiendo un 20% menos de recursos energéticos.