No se puede juzgar a una organización por sus “garbanzos negros”, siempre y cuando, la organización sepa limpiar, apartar y castigar a esos garbanzos. Pero, ¿qué ocurre cuando no es así? ¿cuando el PP cierra filas, pase lo que pase en su interior, esperando a que la tormenta escampe?

La actitud de la dirección de Rajoy me parece, no sólo lamentable, sino deleznable. No está Rajoy preocupado en limpiar la corrupción de su partido, sino en intentar anular las pruebas de casos como Gürtel o Matas. La estrategia consiste en la caza y captura del juez Garzón; en desprestigiar e insultar a la oposición; y en matar al mensajero (periodistas) por desvelar las vergüenzas que deberían seguir ocultas. Y si, en esta estrategia de “cierre de filas” impúdica, consiguen anular las pruebas: ¡objetivo conseguido!

Mi pregunta moral es: ¿cómo puede seguir adelante Rajoy y su dirección sentándose al lado de los más de cien imputados, de los sinvergüenzas y ladrones, de los que han mentido y estafado, de los que censuran la libertad de expresión, o incluso de los que comenten abusos sexuales? No doy crédito a lo que estamos viviendo en la Comunidad Valenciana. Tres ejemplos.

Primero. Un diputadillo provincial cualquier, más oscuro que culto, se permite censurar una exposición de fotografías porque aparecen algunas del caso Gürtel. Y dice el Presidente de la Diputación de Valencia, Sr. Rus, que lo hacen “porque les da la gana, y ellos mandan”, y que además estas polémicas no le preocupan, sino “que le pone cachondo”. No es un cómic quien lo dice: es un cargo público de primera línea.

Segundo. El director general de RTVV no hace declaraciones de Hacienda en varios años; sustituyó por ordeno y mando al anterior Director que era íntimo amigo del “Bigotes”. Pero, durante meses, era conocedor (al igual que la dirección del PP valenciano y probablemente el propio Camps) que en la televisión el jefe de personal cometía abusos sexuales. El mencionado personaje llamado Vicente Sanz se hizo famoso por su participación en el caso Naseiro y porque fue quien declaró “he venido a la política a forrarme”. El PP no lo cesó, ni lo echó, ni lo despidió. Lo escondió dándole durante 15 años un cargo importante: manejar la televisión valenciana. Y desde ahí, ha creado un estado de terror, amenazas, redes de espías, persecuciones y abusos sexuales en su propio despacho o casa de verano, con unas declaraciones ahora denunciadas truculentas y sórdidas que superan cualquier novela negra de mal gusto. Presumiendo su inocencia, por cuestiones garantistas, hay que decir que ya pesa sobre él una orden judicial de alejamiento. Pero el PP sigue sin expulsarlo ni apartarlo. Lo defienden a capa y espada.

Tercero. Un nuevo informe policial demuestra que cuando se hizo la visita del Papa a Valencia el coste fue el doble del real, y que la trama Gürtel se embolsó directamente 1 millón de euros. No hemos podido conocer facturas, ni documentaciones, ni gastos, ni explicaciones por parte del PP. ¿Qué ha hecho Camps? Acusar a la oposición diciendo que vamos a por él; echarle la culpa a Zapatero, porque debía haber contribuido económicamente a esta visita (¿a pagarle los trajes? ¿los sobornos al Gürtel?¿los dineros negros desviados a cuentas en Suiza?), y amenazar con una querella al portavoz socialista Ángel Luna. Lo que le importa a Camps no es poner encima de la mesa toda la verdad, sino que la verdad no se sepa.

¿Dónde está la gente de derechas, bienpensante y culta, que grite diciendo que esto no puede continuar?

La estrategia del PP siempre es la misma: cierre de filas, pase lo que pase, hagan lo que hagan. Por eso siguen dentro, Trillo, Carlos Fabra, Bárcenas, Matas, Camps, o algún tipo como Vicente Sanz. Por eso, protegen declaraciones malolientes como las realizadas por Mayor Oreja. Pero esa actitud quiebra la honestidad de los honestos. Hay que apartar las manzanas podridas, no dejar que sean las reinas de la cesta, porque al final, también por encubrimiento o mirar a otro lado, las manzanas acaban podridas.

La podredumbre y la corrupción real no se produce por un puñado de sinvergüenzas (que cada vez salen más en el PP: ¡a cientos!), sino cuando la organización cierra filas y los protege, preocupados más en tapar los delitos y los acciones vomitivas que en limpiar por dentro.