Con total seguridad si un ser inteligente de otro mundo llegará a éste nuestro planeta tierra y se dedicara a seguir los medios de comunicación no alcanzaría a comprender cómo a la par que nos desenvolvemos en un escenario global con tantas oportunidades y posibilidades científico tecnológicas y de toda índole -que a un hombre o a una mujer de hace pocas décadas les resultarían a buen seguro de ciencia ficción- la situaciones carenciales entre la población se hacen insostenibles y producen tanto sufrimiento.

También le parecería cuanto menos sorprendente, sino inhumano, que en países como el nuestro, algunos adalides de sabios se tomen la licencia de hacer declaraciones del tipo “gastamos mucho dinero en fármacos que solo extienden la vida un mes”, o que a pesar de las serias dificultades que estamos atravesando, se promulguen reales decretos como el que dejó, hace varios años, sin atención sanitaria a cerca de 900.000 personas, que por su condición de “sin papeles”, ¡extraña nomenclatura para alguien de carne y hueso!, han visto poner en grave riesgo su salud y sus vidas.

Que decir tiene si se documentará sobre el hecho de que desde el año 2000 más de 40.000 personas han perdido la vida, tratando de entrar ilegalmente en otros países, buscando mejores oportunidades de vida para ellos y sus familias o que más de tres mil inmigrantes hayan muerto en el Mediterráneo en lo que va del año 2014 en un intento desesperado por llegar a Europa. O sobre la triste realidad de que todavía hay 168 millones de niños trabajadores en el mundo, y que 60,7 millones no están escolarizados, según la Organización Mundial del Trabajo.

Tampoco saldría de su asombro al conocer que los más ricos de Estados Unidos tienen una fortuna como la economía de Brasil, al tiempo que según el Informe de Desarrollo Humano 2104 Estados Unidos cae 23 posiciones en la clasificación del Indice de Desarrollo Humano si se tiene en cuenta el nivel de desigualdad. Posiblemente su mente no asimilaría que en 2014 la fortuna combinada de las 400 personas más ricas del mundo asciende a 2,29 billones de dólares, un 10% más que en 2013 o que la lista de los milmillonarios sube año a año y se sitúa, en estos momentos, en unas 2.325 personas. En concreto, que las 85 personas más acaudaladas acaparan la misma riqueza que las 3.500 millones de personas más pobres, la mitad de los habitantes del planeta, o que las 800.000 personas que han conseguido salir de la pobreza en las últimas décadas podrían volver a caer en ella y sumarse, de nuevo, a las 1.5000 millones que viven en la miseria más absoluta.

De nuevo en nuestro país si leyera la última Memoria Anual de Caritas Española, referida al año 2013 y hecha pública el pasado 29 de septiembre, su perplejidad le conduciría a tener que releerla en varias ocasiones para confirmar que en 2013 esta organización atendió a más de 2,5 millones de personas en riesgo de exclusión social, 600.000 mil más que en 2012. Su curiosidad le llevaría a profundizar en la Memoria y ponerse al día sobre los nuevos perfiles de los usuarios de los centros y recursos de Cáritas, dispuestos por toda la geografía española, perfiles diferentes a los del comienzo de la que ya estaría al corriente como gran crisis económica iniciada en el año 2007, etapa en la que esta organización atendía especialmente a inmigrantes y, en general, a personas con problemas asociados a la pérdida del empleo y sus efectos (pago de la vivienda y alimentación). Comprobaría como en 2013, por primera vez, los recortes en materia social y el copago sanitario, obligaron a esta organización a dispensar medicamentos. Quedaría, asimismo, impresionado porque sean las familias numerosas y las monoparentales las más afectadas por estas circunstancias y las que, en mayor medida, padecen los estragos de está nociva crisis económica sobre la que ya no tendría dudas sobre el profundo daño que estaba ocasionando a todas las generaciones de españoles.

Y compartiría con la OIT, tal como se detalla en el informe España: crecimiento con empleo que ante una situación de tal gravedad en el ámbito laboral y social es necesario que los sueldos en España vuelvan a subir (más allá de generar empleo y de calidad), pues “nuevos recortes salariales socavarían la demanda interna”, resultando imprescindible el desarrollo de políticas activas de empleo, así como dar soluciones a los problemas de la Formación Profesional, mejorar sustancialmente la calidad a los servicios públicos de empleo y favorecer una buena coordinación con las diversas comunidades autónomas.

¿Qué pensaría nuestro amigo de éste nuestro planeta y de nuestro país? Con estas pinceladas, llegaría a la conclusión de que nuestro mundo, en el siglo XXI, en sus primeras décadas, se atraviesa una fase histórica llena de luces y sombras, de oportunidades e incertidumbres, en definitiva, de paradojas turbadoras, que deberían ser resueltas con celeridad, bajo criterios de racionalidad y de humanidad, que permitieran alejar del análisis intelectual sobre lo que está aconteciendo en las sociedades de nuestros días teorías como las del mono asesino de Raymond Dart y Robert Ardrey de mediados del siglo XX, que planteaban que la guerra, la agresión y la violencia fueron –y siguen siendo- las fuerzas impulsoras de la evolución humana. Una violencia que, hoy por hoy, se presenta de dos formas fundamentales: manifiesta y extremadamente cruel o en términos más silentes y aparentemente menos feroz, pero violencia al fin y al cabo.