Habría que agregar que lo más destacado ha sido la reacción de la opinión pública británica y del Ministro de Deportes de aquel país con una fuerte crítica a los españoles, elevando la anécdota a categoría. El asunto parece que se ha resuelto con la explicación de los responsables del circuito de Montmeló, aclarando que los espectadores racistas fueron expulsados del recinto cuando cometieron el desafuero denunciado.
Días después, no en un recinto deportivo, sino en una sala de conferencias, un ex-ministro del Gobierno de España, y no un grupo de energúmenos, ha ofendido a varios millones de ciudadanos extranjeros, y no a uno solo.
Ahora, podemos temer una reacción de las opiniones públicas de muchos países, y de sus dirigentes, posiblemente hasta en Naciones Unidas, criticando el carácter xenófobo de los españoles. Y lo peor de todo es que, en este caso, los organizadores del acto no echaron del salón al Sr. Arias Cañete, por lo que habrá que dar otra explicación distinta a la que sirvió para resolver el otro conflicto citado.
La explicación puede basarse en que estamos en campaña electoral. En estos periodos, ya se sabe, los candidatos, y el Sr. Arias Cañete lo es, intentan sintonizar con sectores del electorado en donde puedan, presumiblemente, buscar apoyos electorales.
Posiblemente, el Sr. Arias Cañete se estaba dirigiendo a los sectores de la población española que saben apreciar los buenos sirvientes que, además, no tengan dolencias en sus glándulas mamarias. Probablemente un mayordomo inglés sea el modelo de inmigrante que debía reclamar el ex-ministro en su alocución aparentemente xenófoba.
A mí, por lo menos, no se me ocurre otra explicación. Porque si un porcentaje tan alto como el que se espera que vote al partido del Sr. Arias Cañete lo hace sin que ese partido rectifique a este señor, nos va a resultar muy difícil decir que las tesis xenófobas son minoritarias en España.