Los primeros pasos dados en la reciente reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera son esperanzadores. Los principios que presidirán la negociación fueron establecidos con claridad por el Vicepresidente Económico del Gobierno de España, Pedro Solbes y, al parecer, al menos sobre el papel, los representantes de todas las comunidades autónomas los dieron por buenos; tanto las comunidades “ricas” como las “pobres”, tanto las gobernadas por el PSOE, como las del PP o los nacionalistas.

Claro está que el planteamiento de Solbes era difícilmente rebatible, y también es cierto que establecer consensos sobre principios teóricos es más fácil que acordar las cifras en las que se concretarán aquellos principios para cada región. ¿Quién va a situarse frente a los términos de diálogo, acuerdo general, cohesión o solidaridad? Las dificultades llegarán, sin duda, al aplicar tales términos en el cálculo de los números.

Solbes aclaró las reglas de juego, tanto en las formas como en el fondo. Primero, el formato de la negociación. Tras la fijación de los principios en la reunión colectiva del Consejo, el Gobierno entablará conversaciones bilaterales con cada región y, fruto de las conclusiones que obtenga de tales contactos, hará una propuesta para su negociación y acuerdo multilateral. Este planteamiento debe satisfacer a los gobiernos autonómicos que reclamaban una negociación bilateral y, a la vez, salva la lógica de que el acuerdo final sobre la reforma del sistema se alcance en una reunión colectiva. Si los fondos son colectivos y su reparto afecta al conjunto de las regiones, no sería aceptable una formulación distinta.

El Gobierno de España también ha establecido con nitidez el objetivo clave en la reforma: todos los españoles, vivan donde vivan, han de disfrutar de igual acceso a los servicios fundamentales. A la luz del mandato constitucional en favor de la cohesión territorial y la igualdad de derechos de todos los españoles, no podía ser de otra manera. Frente a quienes se precipitaron al tratar de convertir especificidades políticas en privilegios económicos, el Gobierno garantiza la igualdad. Frente a quienes pretendieron que la interpretación egoísta de las balanzas fiscales inspirara el nuevo modelo de financiación, el Gobierno prima la cohesión. Frente a los que propusieron límites a la solidaridad y la nivelación interterritorial, el Gobierno plantea límites a la insolidaridad y la desigualdad.

El inicio invita al optimismo. Veremos como se desarrolla la negociación. Nos jugamos mucho. Ya lo dice nuestro refranero más castizo: las cuentas claras…