En contraste, el PSOE concurría a estas elecciones, en dos Comunidades históricamente difíciles para los socialistas, con dos buenos candidatos y con bastante ilusión en la victoria.
Ante un panorama tan complejo es lógico que los resultados electorales hayan sido también complejos. Lo primero que hay que destacar en este sentido es que los resultados han sido positivos para los socialistas, sobre todo teniendo en cuenta los efectos de desgaste producidos por la crisis económica. En segundo lugar, los avances de los socialistas vascos pueden ser considerados como espectaculares, abriendo la perspectiva de nuevas posibilidades de gobierno capaces de permitir un reencauzamiento razonable del Estado de las Autonomías, en un sentido más equilibrador y positivo. Lo cual también puede contribuir a dar más cancha a los sectores moderados del PNV, en una coyuntura mundial en la que se impone el sentido común y no la tentación de emprender nuevas aventuras.
En tercer lugar, los resultados en Galicia denotan algo que ya se sabía de antemano: el fuerte respaldo electoral que el PP ha venido teniendo en esta Comunidad desde hace muchos años. En esta ocasión el respaldo a Feijóo le permitirá gobernar en solitario. Los resultados de los socialistas gallegos se han visto afectados por la abstención de algunos de sus votantes y por las eventuales incertidumbres que en determinados sectores de población producen las exigencias de gobernar con los nacionalistas.
El resultado en Galicia supone un balón de oxígeno para Rajoy y los moderados del PP que, una vez superado el proceso electoral, deberían ser capaces de poner orden en su partido y atajar algunos problemas enquistados –como el de la Comunidad de Madrid–, abandonando las estrategias resistencialistas-judicialistas y centrando sus esfuerzos en ayudar a afrontar la crisis con sentido de responsabilidad y con mayor atención a las cuestiones de interés general.
En definitiva, una vez más, los electores españoles han lanzado un mensaje inteligente y equilibrado, que ahora debe ser traducido en políticas concretas por parte de los partidos políticos y sus líderes.