Para El País, la estimación de voto PSOE es del 41,7% y un 38,8% para el PP. El Mundo, ofrece una estimación del 41,8% al PSOE y 39,2% para PP. Por último, ABC ofrece un 42,4% al PSOE y el 39,2% al PP. Diferencias de 2,9%, 2,6% y 3,2%. Para los que trabajamos con encuestas la fluctuación dentro de los márgenes de error es algo normal, sobre todo cuando se mide una misma variable, al mismo tiempo, en varias encuestas diferentes. Cualquier mal pensado opinaría que mejor equivocarse juntos que por separado. Mi impresión no es esa.
De hecho, si revisamos las estimaciones electorales desde finales de la década de los 80, el único periodo donde se dio una fuerte diversidad de resultados en las encuestas, es decir cada periódico publicaba una intención de voto bastante diferente, fue en las preelectorales de 1993 y 1996. Y precisamente en esa diferencia, fue mucho más evidente su eficacia para movilizar electorados. El diario El Mundo, por ejemplo, publicaba resultados de encuestas que estaban bastante alejados de la experiencia previa. Que las encuestas podían formar parte de la campaña electoral lo demostró, entonces, la condena a un conocido periódico por inventarse, literalmente, no sólo los resultados de la encuesta, sino la encuesta misma. Era campaña.
Ahora no parece el caso. La proximidad en los resultados responde más bien a que son estimaciones calibradas mediante un modelo. Es decir, el supuesto empate técnico entre los dos partidos aparece después de imputar decisiones de voto allí donde, hoy por hoy no las hay de forma expresa. La intención de voto directa al PSOE es del 32% y la del PP del 21,7% en la encuesta publicada por El País. En el caso del ABC, publica una intención de voto directa, pero en el contexto de un comentario sobre ocultación de voto y comparación con los resultados reales del 2004. Sin embargo, la conclusión de ocultación de voto solamente podría extraerla mediante la comparación con el recuerdo de voto en 2004 y no con la intención actual. Ante la duda de una errata, lo cierto publicado habla de una diferencia real de casi 10 puntos en intención directa de voto al PSOE sobre el PP.
Así pues la “carrera de caballos” es producto de un modelo. De cocina, hablando claro. En este caso, el modelo más probable, por el freno a los posibles cambios que impone y la proximidad de los resultados a los de 2004, es el de Noelle-Neumann, basado en la espiral del silencio, e intensamente empleado en España en la década de los 80 y principios de los 90. Cuando el voto de derechas se ocultaba sistemáticamente y la estructura de los electorados era muy estable. Posee muchas variantes, sobre todo en la imputación de los indecisos mediante simpatía o afinidad a partidos. Su rasgo básico consiste en ponderar la intención de voto (con indecisos imputados) mediante la comparación entre el recuerdo de voto de los entrevistados (qué partido dicen recordar haber votado en las elecciones anteriores) y los resultados reales obtenidos por ese partido. Es decir, en la práctica consiste en corregir la muestra empleando además del usual género y edad, el recuerdo de voto comparado con el resultado real en las anteriores elecciones.
Los efectos del modelo son los que apreciamos como empate. El voto al PSOE permanece bastante estable, dado que existe una coherencia importante entre su recuerdo de voto y su resultado real en 2004. Por el contrario, y dado que el voto estimado mediante el modelo para el PP reduce la distancia con el PSOE aproximadamente a 2,5% de media (siendo del 10% la distancia en voto directo), debe existir para el PP una diferencia notable entre su recuerdo de voto y los resultados reales que obtuvo en 2004. Además, en la medida que el PP no supera al voto que se estima para el PSOE mediante dicho modelo, la imputación de los indecisos usando simpatía o alguna otra medida de afinidad al PP debe probablemente ser muy baja. Es decir, que el PP presenta ocultación en el recuerdo de voto y muy posiblemente ocultación en la “simpatía” o “afinidad” a partidos. En ese caso, la proximidad entre el voto al PSOE y el PP puede ser real o simplemente el espejismo de un modelo de estimación. Solamente con la información que facilitan los medios de comunicación es difícil determinarlo.
Segundo aspecto que merece comentario. La supuesta fidelidad de los electorados. En una entrevista reciente Gabilondo interrogaba a Zapatero sobre los datos de fidelidad de voto que publicaba El País, reproduciendo los análisis de otros medios. Así, destacaba como el 64,1% del recuerdo de voto al PSOE en 2004 mantenía su intención de voto al PSOE en 2008. Por contraposición, era el 73,6% del recuerdo de voto al PP en 2004 el que mostraba su intención de voto al PP en 2008. Conclusión errónea: el electorado del PP es más fiel. La conclusión correcta es, el electorado del PP que no oculta su recuerdo de voto (recordemos que esta infraestimado) mantiene un porcentaje mayor de fidelidad de voto. Pero claramente no hablamos del 100% del electorado PP en 2004.
Dependiendo de las bases porcentuales de referencia, posiblemente un 64% suponga una mayor fidelidad en un recuerdo sin ocultación, que el 73% en otro con ocultación. Nuevamente, la tendencia de crecimiento o decrecimiento en la intención de voto a un partido, el efecto de la fidelidad, solamente puede averiguarse mediante la comparación (tabla de contingencia bivariable) entre el recuerdo de voto y la intención de voto, calculados los porcentajes en las dos direcciones. Es decir, cuanto electorado retiene un partido de las últimas elecciones y que porcentaje supone dicho electorado respecto a su actual intención de voto. Todo lo demás, son ganas de marear la perdiz.
*En el caso de ABC tiene un sistema de muestreo que frena los cambios y estabiliza los resultados, al acumular los datos de las dos semanas previas. Son cinco encuestas con 3000 casos en total, de lo que se puede deducir que la muestra “real” es de 600 casos.
**Publicadas el 10 de febrero en todos los periódicos.