Pero claro, tienen inconvenientes como el de los piratas a la espera de juez natural.

En los pasados días, se hacía una crítica en estas páginas sobre la excesiva longitud del término que designa a la policía en España, al hilo de un caso de descoordinación entre los muchos y distintos funcionarios que se dedican en nuestro país a que los ciudadanos españoles disfruten de su libertad con seguridad, y que propició la puesta en libertad, que no huída, de un peligroso delincuente.

Como somos uno de los primeros países del mundo, nos ha tocado exportar nuestro sistema de seguridad a las aguas del Océano Índico donde ciudadanos de Somalia, fundamentalmente, se dedican a la piratería, oficio que era un arte cuando se practicaba pagando un 10% a la Corona inglesa pero que hoy día está perseguido.

En esa persecución le ha tocado un puesto en la garita de guardia a la marina española, quien va a coordinar, durante su turno de guardia, a las fuerzas de los distintos países que tienen barcos pesqueros faenando en esas aguas.

Y, enseguida, hemos dado pruebas al mundo de cómo nos las gastamos en España en materia de Estado de Derecho. Días después de que los americanos tengan un nuevo héroe en su Olimpo, como consecuencia del rescate del capitán del barco mercante que fue secuestrado por los piratas locales, los jueces y fiscales españoles se hacen protagonistas de la noticia enzarzándose en una disputa judicial sobre qué diablos hacer con los piratas apresados mientras éstos disfrutan de la hospitalidad española en un barco militar.

La verdad es que los compatriotas del héroe marino antes mencionado, tampoco saben qué hacer, ahora, con los apresados en la base militar de Guantánamo pero, al menos durante una temporada, no creo que se les ocurra apresar a nuevos apresables.

Sin embargo, algunos componentes de las Fuerzas y Cuerpos de Justicia Españoles, después de querer apresar a Pinochet, ahora quieren hacerlo con altos dignatarios chinos, israelíes y, norteamericanos por crímenes contra la humanidad que habrían, presuntamente, perpetrado en Tíbet, Franja de Gaza y Guantánamo, respectivamente.

¿Sabrán, después de apresarles, qué hacer con ellos?