En España hay Guardia Civil, Policía Nacional, Erzaintza, Mossos de Escuadra, Policía Foral, Bescam y multitud de Policías Locales, además de las especialidades, judicial, forense, etc. Es decir, Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado.
Seguro que no es por eso, pero en la puesta en libertad, que no fuga, de un peligroso delincuente, ha podido influir la existencia de esos Fuerzas y etc. Dado que el delincuente pasó de manos del personal de Prisiones a las de la Guardia Civil, de las de ésta a las de la Policía Nacional quien le puso, a su vez, en manos de, al menos, dos jueces distintos para que uno de ellos le pusiera en libertad, respecto de la causa que él juzgaba. Al final, el peligroso delincuente, después de pasar por tantas, se le ha ido de las manos al Estado.
Aprovechando la tradición española de legislar al hilo de un suceso determinado, no me extrañaría que a alguien se le ocurriera simplificar un poco este lío de las distintas policías españolas, aunque lo va a tener francamente complicado cuando intente cohonestar la tradición ducal con la modernidad de los distintos Estatutos de Autonomía.
Mas fácil, quizás, sería que el Presidente del Gobierno, al igual que ya hace con los incendios forestales y con el deporte, coordinara también la custodia de presos.
Pero, tampoco conviene dramatizar este caso. Estoy seguro de que el peligroso delincuente será detenido antes de que finalice la investigación sobre por cortesía de quien ha quedado en libertad. Aunque sería conveniente que, cuando se le detuviera se hiciera al grito de “¡Alto, Policía!”, y no al grito de ¡Alto, Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado!, no sea que se les vuelva a escapar.