Me cuesta opinar sobre lo que ocurre en la sociedad vasca, porque todos sabemos que allí existen elementos graves que no vivimos en el resto de España que la hacen merecedora de la prudente comprensión. Es el miedo, la amenaza, la falta de libertad de expresión: es ETA. Pero escribir, opinar, y hablar sobre el País Vasco desde otros lugares de España supone un síntoma de normalidad.

Se equivocó Ibarretxe en su despedida. Mostró amargura, dolor y algo de rencor. Durante su mandato, él ha sido responsable de la división crispada en la sociedad vasca. No era la intransigencia, la soberbia, y las ínfulas soberanistas lo que necesitaba la sociedad vasca para llegar a un consenso basado en la pluralidad. Se equivocó Ibarretxe en su despedida cuando no concedió ni los 100 días de gracia a Patxi López para saber la claridad y verdad de sus palabras. Se equivocó Ibarretxe al no entender que la alternancia política es saludable, y que los gobiernos democráticos no pertenecen a ninguna sigla, ni partido, ni creencia. Son exclusivamente de la ciudadanía. Pero el PNV es mucho más que Ibarretxe. Como en cualquier partido democrático existen diferentes visiones y matices.

Ahora se abre una nueva puerta que puede ser decisiva para el futuro de los vascos/as y del conjunto de España. Pero no se puede dilapidar ni perder esta oportunidad. Ramón Jáuregui, desde su estilo educado y democrático, su sabiduría y su coherencia profunda, recomienda “prudencia y generosidad”.

Efectivamente, es la época de deshacer tensiones y crispaciones, de evitar los extremos, de no realizar provocaciones. No se puede pasar del nacionalismo vasco al nacionalismo español. Hay una realidad de votantes del PNV que le han hecho ser el partido más votado en las urnas, aunque sus líderes, con Ibarretxe a la cabeza, no hayan sabido aglutinar al Parlamento Vasco. Eso lo sabe bien Patxi López. ¿Lo sabe el PP?

No me ha gustado la aparición de Aznar reivindicando a Mayor Oreja como precusor del acuerdo PSE-PP en el País Vasco. No es adecuado y resulta oportunista que se quieran apuntar tantos desde fuera de cara a las elecciones europeas o a desestabilizar al gobierno de Zapatero. Aunque es cierto que las apariciones de Aznar resultan siempre desafortunadas e inconvenientes, sobre todo, para su propio partido.

El acuerdo en el País Vasco es fruto de la singularidad política y social de la sociedad vasca. Pero hemos de reconocer que hoy día no es normal que se puedan producir acuerdos entre PSOE y PP en el conjunto de España. Me consta la intención del gobierno en ello, pero enfrente tropieza con el clima de tensión y crispación que el PP pretende crear continuamente con el único fin de desestabilizar. Además, allí donde el PP gobierna (véase Comunidad Valenciana), se utilizan las instituciones públicas como ariete de crítica y confrontación contra el Gobierno Central.

La responsabilidad de lo que ocurra ahora en el País Vasco es de todos. “La prudencia y la generosidad” ha de ser lema de todos.

Cuando me despiertan las dudas sobre el acierto del acuerdo, me basta escuchar a Patxi López para disiparlas. Lo conozco desde hace años y me merece toda la confianza, el respeto y la seguridad de su buen hacer. El socialismo vasco ha generado buenos políticos. Patxi es uno de ellos. Me reconforta y me tranquiliza su seguridad, su firmeza, sus fuertes y firmes convicciones que adereza con simpatía, cercanía, afabilidad y hacer democrático.