Se trata de que en la Ley aparecen las palabras colchón o colchones en noventa ocasiones en referencia a un concepto contable. Concretamente a los requisitos de fondos propios de las entidades de crédito y otras sociedades de similar índole. Para el que no se acuerde, los fondos propios de las sociedades se corresponden en general con los aportados por los accionistas o generados por la propia empresa.

En un primer momento pensé que podría ser una traducción literal de la palabra inglesa “buffer” y para comprobarlo entré en los programas traductores del País y del Mundo, encontré almacenadores intermedios y parachoques respectivamente. Consultando a la inversa apareció “matress” por colchón. En el diccionario Collins existían varias acepciones de “buffer” pero ningún colchón.

Entonces de ¿qué justifica el uso de la palabra colchón? Muy probablemente de la acepción de dicha palabra en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE) que dice: “cualquier elemento que sirve para aliviar una situación difícil”. Aunque esta solución es posible, yo pienso que colchón es demasiado coloquial. ¿No hubiera sido mejor renunciar a buscar una sola palabra y utilizar la riqueza de nuestro idioma?

Por ejemplo, ¿por qué no usar la expresión: requerimiento de recursos propios para tal o cuál situación? Según el RDAE requerir es sinónimo de necesitar y, por tanto, un concepto claramente aplicable al respecto.

Tengo la sospecha que los sesudos abogados y/o economistas del Estado que han redactado la Ley han apostado por poner en circulación una nueva acepción de la palabra “colchón” para dar así una innecesaria apariencia de elevada competencia.

Por último, quiero decir que ya que el Gobierno actual es tan proclive a Leyes Ómnibus, puede aprovechar la próxima que se promulgue para hacer más elegante la Ley 10/2014, cambiando “colchón” por otra expresión más adecuada.