Pero no hay serial ni “culebrón” que llene tantas páginas informativas ni que despierte tanto interés como los trajes, los regalos y la trama de corrupción en torno al PP. Es de esos “thrillers” que la realidad acaba superando la propia imaginación.
Me decía el otro día un político del PP que se sentía “abochornado”, y no se refería precisamente al calor veraniego. El bochorno que le hacía sentirse acalorado y avergonzado es lo que está ocurriendo en su partido. Yo pensé: “¡bien! Al menos no parece que a todo el mundo le de igual lo que ocurra, y todavía existe entre la gente del PP un sentimiento de decencia y de vergüenza”. Pero entonces, vuelve la pregunta inexplicable: ¿Por qué no se actúa?
Casi quince días de silencio ha mantenido Rajoy para salir a declarar ante los medios y decir: primero, que a él no lo chantajea nadie, ni siquiera Bárcenas; y, segundo, que el delito de Camps es de poca cuantía. Ojalá hubiera seguido callado. Porque resulta difícil de creer que siga manteniendo confianza en su tesorero cuando hasta Esperanza Aguirre, la de los espías, pida a gritos y de rodillas que Bárcenas cuente lo que sepa. ¿Amenazas de Bárcenas? En estos momentos, no hay nadie ni dentro ni fuera del PP que se atreva a poner la mano en el fuego por este señor.
Mientras Camps exhibe una sonrisa cada vez más falsa y de cartón. Siempre me pregunto: ¿de qué se ríe? ¿Por qué se ríe alguien que está imputado por cohecho? Sinceramente creo que alguien debería asesorarle de que en un entierro la gente no se ríe, que cuando ocurre una desgracia uno debe tener el semblante serio, y esta es su situación: es el primer presidente de la democracia acusado de cohecho. En lugar de reír, que eso no demuestra fortaleza sino más bien estupidez (y perdonen la expresión), debería mostrar sentimiento de arrepentimiento, al menos, por haber metido a la primera institución valenciana (la Generalitat) en este hazmerreír.
Y como España sigue levantándose cada día, hay que atender los problemas de los españoles. El gobierno sigue gestionando, con o sin oposición. Sale adelante la ley del aborto; siguen las medidas contra la crisis; se aprueba el nuevo modelo de financiación; se preparan las bases del diálogo social. ¿Y el PP? Por si acaso, dice a todo que no. No, no, no. ¿Por qué? ¿Qué piensan? ¿Qué proponen?
¿Qué haría ahora mismo el PP si estuviera gobernando? Nadie lo sabe. No hay una sola medida positiva encima de la mesa. No hay propuestas claras que identifiquen cuál es el proyecto del PP: ni en financiación autonómica ni en diálogo social. Y además, no están para estos menesteres. Bastante tiene Rajoy con mantenerse callado esquivando a los periodistas.
El culebrón de este verano seguirá siendo el caso Gürtel, al menos hasta que el director del programa, Mariano Rajoy, sepa quién es el asesino de la novela.