Los datos de la última Encuesta sobre Tendencias Políticas en España, publicada en el número 145 de Temas (Vid. páginas I-XVI), revelan, por ejemplo, que más de la mitad (un 56,6%) de los actuales votantes del PP se auto-ubican más hacia el centro que el partido por el que votan. Es decir, muchos de estos electores están votando por un partido que consideran demasiado escorado a la derecha para su gusto. Pero, claro está, de momento no tienen otra opción que poder considerar. Se trata de más de cinco millones de ciudadanos, muchos de los cuales, sin duda, serán especialmente sensibles a la deriva derechizadora y radical de algunos dirigentes del PP y, por lo tanto, en función de la evolución de esta deriva serán receptivos a una eventual llamada desde el centro.
Además de este importante sector de población, los caladeros del centro podrían nutrirse en mayor grado de aquellos electores que se ubican en las fronteras del centro político y que actualmente se encuentran desencantados. Es decir, no votan, no piensan votar, o lo hacen en blanco o nulo (cada vez más, por cierto). Pues bien, lo importante de la evolución política española es que este tipo de ciudadanos está aumentando notablemente, tanto en el espacio del 5, que hasta ahora capitaliza el PP en mayor grado, como en el espacio del 6, donde es mayor la presencia del PSOE.
Entre los que se sitúan en el espacio del 5 (Vid. gráfico 1), se puede constatar que está disminuyendo la captación de votos del PP, que ha pasado del 36,6% en el año 2000, al 27,2% en 2006. Paralelamente, los que no se decantan políticamente han aumentado desde el 23,2% en el año 2000 al 43,5% en el 2006. Es decir, prácticamente se han duplicado. Si tenemos en cuenta que en el espacio del cinco se sitúan un 22,2% de los españoles, estamos refiriéndonos, sólo en este caso, a un 9,7% de los electores, que en estos momentos ya no tendrían que cambiar de partido para votar por un eventual partido de centro.
A su vez, en el espacio del 6, la evolución política permite constatar una más que notable regresión electoral del PP (Vid. gráfico 2), que en pocos años ha pasado de atraer un 21,1% de estos votantes a sólo un 6,5%, es decir, tres veces y media menos. En paralelo, el PSOE ha ido ganando posiciones entre estos electores, pasando del 27,3% del año 2000 al 45,7% de 2006. Pero, a su vez, entre los españoles que se sitúan en este espacio se están aumentando las posiciones de distanciamiento electoral hasta llegar a una proporción del 50,2%, lo cual supone, un 5,3% del conjunto de electores españoles.
Es decir, sólo en los espacios más netos del centro (el 5 y el 6), y sin necesidad de tener que cambiar de partido, hay más de un 15% de ciudadanos que se encuentran a la expectativa, sin voluntad de votar por las formaciones políticas que actualmente existen. Si a esto añadimos el grado de desencanto y desacople que existe entre otros sectores de los electorados de las diversas formaciones políticas, podríamos decir que, en frío, ya existe en España una potencialidad de voto centrista que oscila entre el 15% y el 28%. Es decir, hay bastante pesca en los caladeros del centro. Otra cosa es que haya alguien capaz de hacerse con ella, en todo o en parte.