A excepción de la Confederación Episcopal y las posiciones católicas más extremas, ¿quién había planteado en España la revisión del aborto? En este país, las leyes del aborto que han ido consolidando una seguridad jurídica para la mujer en su derecho a decidir han asegurado una “paz social” que una parte del PP acaba de romper sin que entendamos muy bien para qué y por qué.
Veamos algunos de los dilemas que plantea:
1) CONTRA LOS DERECHOS DE LIBERTAD: el primer problema se plantea lógicamente sobre la cuestión de los derechos de libertad. Una vez más, este proyecto cuestiona la mayoría de edad de las mujeres para tomar la decisión sobre ser o no madres, y vuelve a ser un Gobierno quien decida sobre el cuerpo, voluntad o libertad de la mujer.
2) INVOLUCIÓN IDEOLÓGICA: supone además un retroceso sin precedentes en el campo de las libertades, que está siendo cuestionado desde otros países europeos, como ha sido el caso de Francia. Pero esta ley se enmarca dentro de una ofensiva contra las libertades y derechos sociales sin precedentes en nuestro país: la ley de seguridad ciudadana, la imposición de la religión en la educación, la reforma laboral, o el cuestionamiento del matrimonio homosexual son retrocesos en una sociedad que había aprendido democráticamente, y con la legislación en la mano, a respetarse y a vivir en perfecta armonía. España ha pasado de ser ejemplo de un país respetado y respetable a un icono de la involución ideológica y de las medidas represoras. El mundo evoluciona, camina en busca de derechos individuales y respeto social, pero España entra nuevamente en el caparazón de su Historia más negra y oscura. Esto supone también un retroceso en el Estado de Bienestar, que no está formado sólo por claves económicas, sino también por su desarrollo social y cultural.
3) HIPOCRESÍA MORAL: Este debate abre nuevamente la hipocresía social, abriendo de nuevo dos realidades sociales, las que pueden abortar porque lo pagan y las que se van fuera, las que abortarán porque sean violadas pero no las que el feto tenga una malformación (¿derecho a la vida?), las que no sean sancionadas pero se sancione al médico impidiendo así el libre derecho, la imposición de una maternidad no deseada con todas sus consecuencias mientras el Estado rebaja ayudas sociales y nos aboca a una situación de mayor pobreza, y, por supuesto, el uso de la mujer como un recipiente sobre el que decidirá todo el mundo menos ella misma, mientras se publicita con hipocresía desde el Gobierno “la ayuda a la familia”. Nuevamente, un cúmulo de dobles lenguajes, de situaciones sociales engañosas, de realidades paralelas, en definitiva, de la hipocresía moral que hace que las sociedades sean más incultas y más injustas.
4) LA CALIDAD DEMOCRÁTICA: Lo que no esperaba el PP es que se abriera un debate interno en el propio seno de su partido. Esta división interna es lo que demuestra que en España, la cuestión del aborto estaba más que superada, sin ser ya una cuestión exclusiva de derechas y/o de izquierdas, sino de convicciones religiosas, que quedaban perfectamente respetadas en una ley garantista de derechos y libertades, lejos de la imposición. Las leyes no están para imponer “morales” o “ideologías”, sino para garantizar que cada uno puede vivir con su propia conciencia. Evidentemente, la dirección del PP ha roto la calidad democrática en España, recuperando una división histórica entre Derechas e Izquierdas, que la razón democrática había superado.
Bajo esta clave se entiende también la ofensiva educativa de eliminar la asignatura de Filosofía, cuya finalidad es, ni más ni menos, que abrir las mentes, hacer ciudadanos críticos y pensantes, utilizar la racionalidad y el diálogo, en definitiva, todas las herramientas que permiten la autonomía individual, que resulta tan molesta para actitudes políticas absolutistas.
5) LEY REPRESIVA Y NO SANITARIA: de la calidad democrática depende también cómo y quién ha hecho esta ley. ¿Por qué la ley del aborto la hace el Ministro de Justica, y no Sanidad o Servicios Sociales? Porque estamos ante una ley represiva y no sanitaria o social, porque el problema del aborto se trata desde una posición sancionadora y no sanitaria. No es materia judicial tratar el aborto a no ser que se pretenda buscar “el castigo”. Este nuevo enfoque es también un claro retroceso en la calidad democrática de un país que se había acostumbrado a resolver problemas desde un punto de vista humano, y no a imponer miedos para obligar a cumplir las leyes.
6) LA DEMOCRACIA INTERNA DE LOS PARTIDOS: y colgando del debate anterior de la calidad democrática, queda pendiente resolver cuál es la realidad interna de los partidos y la fidelidad de los diputados en estas cuestiones. Se pide libertad de voto, porque estamos ante una ley de convicciones, claramente retrógrada, que ni el propio electorado del PP apoya. ¿Qué deben hacer los diputados? Hemos de analizar cómo se genera esta ley: por propia decisión de Gallardón. No ha nacido de un debate interno entre la militancia del PP, ni siquiera ha salido de un Congreso, ni de una discusión ni siquiera del núcleo más próximo al Presidente, como pudimos comprobar en la Ejecutiva: ¡ni siquiera la dirección del PP ha sido copartícipe en esta ley! Entonces, ¿quién debe mantener la fidelidad con el partido: los militantes o Gallardón? ¿Tiene capacidad, un ministro, de alterar la voluntad y principios individuales de sus propios compañeros? La democracia interna que se plantea ahora dentro del PP surge porque la ley se ha elaborado claramente desde una forma antidemocrática que, no sólo elimina derechos de opinión y debate interno, sino que anula las convicciones de sus propios diputados y militantes. El PP está acostumbrado a imponer decisiones desde la cúpula, y siempre ha entendido la fidelidad como un “cierre de filas” por encima de sus propios militantes. Con un debate casi inexistente y una estructura claramente piramidal y absolutista, el PP está acostumbrado a imponer sus criterios, decisiones y errores, pero no está en una situación boyante: la corrupción y las irregularidades que se están destapando en su gestión ha hecho mella en muchos de sus militantes y electores que ya no creen que sus dirigentes sean los mejores, ni siquiera que hayan actuado con honestidad.
La pregunta es, ¿para qué se ha metido Rajoy en este jardín? Hay quienes dicen que es por buscar el electorado de extrema derecha (¿a costa de perder a la gente moderada y centrista?), hay quién dice que es cuestión moral e ideológica (¿lo piensa así la Vicepresidenta que no es ejemplo personal de esta “moralidad” ultraconservadora del PP?), hay quien dice que es el ego de Gallardón (puede ser, ha dado suficientes muestras de ser un oportunista político), ….
Sea lo que sea, lo cierto es que España no necesitaba este absurdo debate, las mujeres no necesitaban un manto “protector ultracatólico” sobre sus vientres, y el PP tiene un nuevo problema interno: si vota como Fuenteovejuna, “todos a una”, tal y como ocurrió en la guerra de Iraq habrá abierto un frente nuevo con su electorado y con la sociedad española, además de contribuir a hundir un poco más a nuestra España que cada vez tiene más parecido con “la una, grande y libre”.