No ganamos para sustos y sobresaltos. A veces da la impresión de que, frente a tanto ataque, recorte, o pérdida de derechos, nos vamos inmunizando, o quizás, resignándonos como si esto fuera un castigo divino que nos merecemos y que nuestras espaldas han de soportar. Para eso hemos aprendido durante siglos tanta y tanta enseñanza cristiana, para poder hoy soportar con resignación la providencia divina, en forma de Merkel alemana, y para rezar, rezar, y rezar, que es el único consuelo que nos queda. Pero como yo no sé rezar bien, me apunto a quienes denuncian con el dedo, (¿escrache?), a quienes están permitiendo esta locura.
Esta semana nos desayunamos con el cierre de la televisión pública griega y, en nuestro país, con la reforma de las pensiones o con los niños que no se alimentan adecuadamente. Parece que ambos países no hemos sufrido todavía bastante, y aún debemos eliminar el salario mínimo interprofesional, seguir expulsando jóvenes de nuestro país, seguir desmantelando el sistema productivo, despedir a más y a más, reducir ayudas, …. Todo ello para que España ya ostente varios lamentables records, entre ellos, ser el país europeo donde ha crecido más la desigualdad, donde la pobreza se acerca al 30%, donde tenemos el mayor paro de la Unión Europea, y donde los salarios se siguen recortando.
Estos son los sacrificios que nos exigen los “expertos”, bien en forma de troika, de Gobierno alemán, de FMI, o de comisarios de la Unión Europea. Da igual cómo se vistan, porque todos tienen “el pelo cano y el alma negra” (como dicen los jóvenes manifestantes) y añado yo: “¡¡el bolsillo bien lleno!!”
En primer lugar, empieza a resultar ya indignante e inmoral que se dediquen a dar ÓRDENES de reducir prestaciones, salarios, ayudas, pensiones, aquellos “expertos” que no notarán ningún descenso en su “bienestar” a final de mes. Sus caras recuerdan el descaro y la sinvergonzonería de aquel presidente de la patronal española que gritaba “trabajar más y cobrar menos”, mientras él robaba, estafaba y expoliaba empresas para su beneficio particular.
En segundo lugar, a estas alturas ya no dudamos que la senda europea es errónea, completamente errónea. Ni Grecia ni España van a salir bien de esta situación. Y siguen hundiéndose. Ésta no es la solución, y ya no nos basamos en opiniones o ideologías, sino en completas obviedades. A no ser que lo que se pretenda no es salir de la crisis de la mejor manera posible, sino “de la manera más interesada”. Seguramente, quienes están provocando esta situación dramática de pobreza y angustia hacen sus números con otros intereses: ver cómo se sigue especulando con el dinero, cómo se sigue creando crecimiento en manos de unos, cómo se siguen manteniendo las clases sociales, cómo se construye Europa de una manera distinta. Lo lamentable es que hacen sus números y presupuestos sin considerar que la gente que lo sufre son personas, seres humanos, y no exclusivamente céntimos de un presupuesto nacional que hay que ajustar.
En tercer lugar, lo verdaderamente asombroso es cuando, ¡a estas alturas!, el FMI duda de que se esté haciendo lo correcto. ¿Lo dudan los expertos? Y debe salir el comisario europeo Joaquín Almunia, en nombre de la UE, a realizar el peor papelón de su vida, a abochornarnos a propios y extraños, justicando las medidas, incluso las que puedan ser erróneas. Porque, mire usted, se atreve a decir, “nos podemos equivocar, porque se toman medidas que no se sabe cuál es el resultado”. Y lo dice tan sereno, sin ser consciente de la barbaridad que dice y que hace.
Estos “expertos” no pueden ni deben equivocarse, al menos no sin asumir responsabilidades. Una, porque ellos están cobrando para eso (y no es poca cantidad en época de penurias) y disfrutando de sus privilegios; pero, dos, y lo que es más relevante, sus decisiones están hundiendo países y matando a personas.
¿Sobre la espalda de quién recaerán los suicidios, las angustias, la pobreza, la humillación, el hambre, el desespero, la falta de perspectivas, la crueldad de no vivir dignamente?