Los servicios públicos de la Comunidad, especialmente la Sanidad, atraviesan por momentos complicados. Hospitales como el Clínico de Madrid mantienen la fotografía fija del hacinamiento y las camas en los pasillos. Este centro tiene una “normalidad” muy poco concordante con las expectativas de un país desarrollado como es España. Habitualmente en su ala “A” las habitaciones son compartidas por cuatro pacientes, pero la saturación ha llegado a tales extremos que, según pudo verse el jueves 29 de enero en unas imágenes del informativo del mediodía de tve, las camas llenan los pasillos y las urgencias están totalmente colapsadas. Los responsables políticos de tanto desatino solo balbucean que no pasa nada especial, que son picos esporádicos, que…
Sin embargo, los usuarios de la sanidad pública madrileña saben de sobra que se están convirtiendo en “habituales” hechos, sucedidos y formas de actuación que no entraban en el catálogo de lo normal, pero que a fuerza de convivir con lo que “no debe ser” parecen “lo normal”. Por ejemplo, las abultadas listas de espera de la sanidad madrileña han dejado de ser noticia, pero miles de pacientes siguen ahí esperando, con la angustia y la incertidumbre de no saber cuándo, cómo y dónde será tratado por fin y curado de su mal. Tampoco es noticia que la tan demandada medicina preventiva, aplicada a la salud ginecológica de las mujeres, haya dado paso de nuevo a la improvisación de tiempos pasados, alargándose los periodos para las citas y las revisiones periódicas mamográficas o citológicas, cuando es conocido que la mejor manera de poder afrontar con éxito un cáncer de mana o de cuello de útero es con una detección precoz. Los centros de salud de atención primaria sufren también saturaciones y faltan pediatras, lo que a su vez hace colapsar las urgencias de los hospitales, que son el lugar al que terminan acudiendo todos esos ciudadanos que no son debidamente atendidos en su centro de salud.
Esta suma de despropósitos es el resultado de las privatizaciones del sistema de salud madrileño que está realizando el Gobierno de Aguirre, que considera la sanidad un nicho más para el negocio.
El Defensor del Pueblo ya expresó su “su inquietud” por la progresiva privatización de la sanidad en Madrid, y ha insistido de forma reiterada en la “necesidad de mantener incólumes los pilares del sistema público de salud, como son los de universalidad, gratuidad, financiación pública y equidad”. Si embargo, la situación continúa agravándose. Los hospitales públicos cada vez funcionan peor, y los ciudadanos sufren las consecuencias, pero los gobernantes de la Comunidad de Madrid solo atienden al ruido del “dossierazo”, mostrando un día tras otro que carecen de la sensibilidad y la decencia de trabajar para mejorar la vida de los ciudadanos de Madrid.