Sean los que sean los análisis, la realidad es que el día después del 29-S, debe empezar el diálogo social, la negociación, la búsqueda racional y razonada de soluciones para combatir el desempleo, sumar esfuerzos para salir de la crisis, y devolver la confianza a unos ciudadanos que cada vez más son espectadores y no partícipes de las decisiones sociales y políticas.

Y LO QUE ME PREOCUPA ES LA CRISIS DE REPRESENTACIÓN DE LOS PROTAGONISTAS:

1) El gobierno de Zapatero pierde credibilidad a pasos agigantados, no solamente porque acometa reformas impensables en un gobierno socialista (aunque toda Europa esté haciendo lo mismo como única medida ingeniosa para achicar el agua del barco hundido), sino porque su fallo principal es que no sabe explicar lo que hace desde el minuto inicial. A veces, los enredos y líos son producto de la torpeza y la improvisación que desprende poca seguridad en sus acciones.

2) La derecha sigue frotándose las manos. Rajoy piensa que podrá resurgir como un zombi, sin dar explicaciones ni propuestas, ni limpieza de su casa; simplemente, recogiendo la caída del gobierno. Pero, de momento, las encuestas no le sonríen: es decir, los ciudadanos no confían ni en su gesto, ni en sus acciones, ni en sus negaciones, ni en lo que ocultan sus silencios. La reina de la elocuencia es Esperanza Aguirre, quien ha abierto su guerra particular y partidista contra los sindicatos, desde una ofensiva que supera todo liberalismo democrático y decente.

3) Los sindicatos se tambalean. No son lo que eran. Lamentablemente, les cuesta mucho movilizar más allá de los afiliados. Entre errores propios y estrategias externas de los enemigos, se ha conseguido abrir una falsa brecha de reproches y acusaciones entre desempleados, empleados con trabajos precarios, y los fijos o funcionarios. Es decir, se ha conseguido meter la “bicha” dentro de casa. ¡Cómo si el problema de un desempleado fuera el empleo estable de un funcionario!

4) El empresariado. Sigue milimétricamente su antiguo papel intentando rascar de la crisis un cambio de modelo laboral, donde se reduzcan las condiciones del trabajador. Pero no le interesa advertir que no representa los problemas de autónomos y pequeños comerciantes. Porque, al igual que surgen empresas pequeñas y trabajos autónomos a las faldas de una multinacional, también para un pequeño comercio su competidor (a veces desleal) es la gran empresa todopoderosa. Ya sé que no es políticamente correcto escribirlo, pero que Díaz Ferrán siga siendo el representante de la CEOE ralla la obscenidad.

5) Y los ciudadanos que se han reconvertido en estas pocas décadas de democracia, pasando de ser actores participativos a consumidores compulsivos de un sistema que ya no les preocupa ni les molesta si pueden disfrutarlo. Es cierto que el objetivo máximo de una persona es la felicidad, pero siempre hemos creído que no se encontraba sólo en el dinero, y mucho menos, en el consumo. Resulta sorprendente pensar que, a través de facebook, se puede realizar una convocatoria masiva entre gente absolutamente desconocida para participar en una macrofiesta; y que lo ocurrido un día de huelga se convierta en “algo soportable”. Escuchar a la gente opinar de los demás, como si no fuera nada con ellos, (“los políticos son malos, los sindicatos no me representan, las asociaciones no sirven” y un largo etcétera) me produce la tristeza de descubrir qué pronto hemos olvidado lo que cuesta conquistar Derechos. ¡Como si fueran gratis o cayeran del cielo!

La sociedad ha cambiado. También sus prioridades. Quizás hasta el orden de los valores. Lo cierto es que los protagonistas que deben negociar están debilitados porque sufren una crisis de representación. Pero quienes tienen que otorgar la autoridad moral para que la representación sea efectiva y eficiente, no dispone o bien de la motivación, o del interés necesario, o de las ganas de participación, o de los instrumentos democráticos para expresarlos.

La huelga ha servido y mucho. Ha sido un éxito para todos y un fracaso al mismo tiempo. Todas las razones están encima de la mesa para ser escuchadas pero también las dosis de humildad suficientes de que no hay una sola y única verdad incontestable. Así empiezan las negociaciones.

¡Ahora es un buen momento!

30 de septiembre de 2010