El sinhogarismo se ha convertido en una problemática propia de las sociedades más desarrolladas. Se relaciona con los procesos multifactoriales de la exclusión social. “Estar/vivir sin un hogar” conlleva la vivencia de diversas situaciones de exclusión residencial. Se incluye a los que viven literalmente en la calle, a quienes residen en albergues o centros de acogida, en viviendas inseguras y viviendas inadecuadas.

En España existen del orden de 25.000-35.000 personas “sin hogar”, de las cuales aproximadamente 6.000-6.500 se encuentran en la calle. Contabilizando las diversas tipologías en función de la tipología europea ETHOS (http://www.feantsa.org/spip.php?article120&lang=en), nos situamos en una cifra que supera con mucho el millón y medio de personas.

La actual crisis económica ha incrementado los riesgos de exclusión social para sectores cada vez más amplios de la población y existe una importante demanda de recursos asistenciales entre los sectores más vulnerables. No en vano, en 2013 el número de beneficiarios del Programa de Distribución de Alimentos de Cruz Roja ascendió a 1.065.909, una cifra muy por encima de los 18.659 del año 2007.

Los resultados del VII Recuento de personas “sin hogar” de Madrid realizado el pasado 11 de diciembre y presentados públicamente hace varias semanas a instancias del Ayuntamiento de Madrid han puesto sobre la mesa varias cuestiones dignas de aprecio (http://www.madrid.es/UnidadesDescentralizadas/IgualdadDeOportunidades/SamurSocial/NuevoSamurSocial/ficheros /DATOS%20VII%20RECUENTO.pdf.

Respecto a la oportunidad de la metodología de los recuentos nocturnos, conocidos en la literatura norteamericana como “Noches S” (S-Night, Street-Night o Survey-Night), se confirma su pertinencia como instrumento de movilización, participación y sensibilización ciudadana ante una realidad invisibilizada, pues su objetivo es cuantificar a la población “sin techo” que se encuentra estrictamente en la calle y que vive al margen de la red institucional; al tiempo que es una herramienta de investigación de primera mano que ofrece una visión actualizada de la exclusión social más extrema. Por otro lado, permite hacer un diagnóstico y seguimiento de la evolución del fenómeno a lo largo del tiempo y es un espacio privilegiado para la intervención política y social.

En este sentido, destacar en primer lugar, que los seis recuentos realizados hasta la fecha en la ciudad de Madrid ha sido posiblemente uno de los ejercicios de ciudadanía de mayor alcance en la capital. En el recuento de diciembre pasado se inscribieron cerca de 900 voluntarios y algo más de 400 rastrearon la ciudad. Siguiendo la tendencia de los anteriores recuentos, en 2014 los participantes fueron en su mayor parte mujeres (73,5%), personas jóvenes (con una edad media de 29,55 años), estudiantes universitarios (37,6%) y cerca del 29,5% colaboraba con alguna entidad social que daba apoyo a este sector de población.

En cuanto a los resultados del propio recuento más relevantes, consignar que se ha producido, respecto los recuentos anteriores un aumento de personas “sin hogar”, si en 2011 se encontró a 596 personas, en diciembre de 2012 se contabilizó a 701, lo que significó ya entonces una subida del 17% y en 2014:764 (aproximadamente un 5% más que en 2012).

Por otro lado, es reseñable que a pesar de que el sinhogarismo se ha caracterizado por estar masculinizado, asociado a condicionantes fundamentalmente culturales, se registra una presencia de mujeres que se ido manteniendo desde mediados de la década pasada en Madrid en torno al 13%

En otro orden, es significativo que la edad media de las personas localizadas la noche del pasado 11 de diciembre ascendiera a 45 años, la segunda más alta, junto con el recuento del año 2012 (46,36). A pesar de ello, en la última década, se ha producido una juvenalización de este sector de población. Los datos del último recuento confirman la presencia de un 9,2% de personas entre 20 y 29 años y cerca de un 2% de jóvenes menores de 20. Problemática esta última que está adquiriendo una especial relevancia, en particular la de aquellos que tras su estancia en centros de menores deben abandonarlos al cumplir la mayoría de edad y no disponen de recursos de alojamiento en los que poder reiniciar sus vidas.

Asimismo, se confirma una mayoritaria presencia de “solitarios” (70,3%), sumando a los solteros, separados, divorciados y viudos que fueron contactadas por los voluntarios esa noche, pudiéndose afirmar que se trata de un factor clave exclusógeno. Además, la soledad es uno de los denominadores comunes entre las personas que han hecho de la calle su espacio de vida, así las cosas el 36% pasaban habitualmente la mayor parte del día solo o, en su caso, con otras personas “sin hogar” (34,9%).

Complementariamente, se trata de una realidad integrada, en su mayor parte, por extranjeros. Así las cosas en esta ocasión el 55,2% fue población no autóctona, cuatro puntos por debajo de su máximo histórico en el recuento realizado en febrero de 2010. Las nacionalidades que nutren en mayor grado la población “sin hogar” en Madrid son, en estos momentos, la rumana (50,90%), la marroquí (11,80%), la alemana (3,60%) y la polaca (2,70%), resultando consignable la presencia de ecuatorianos (1,80%), que a consecuencia, fundamentalmente, de la pérdida de sus trabajos y de la fragilización de sus redes familiares y relacionales, comenzaron, hace varios años, a visibilizarse entre las personas “sin hogar” de la capital.

Merece una atención particular señalar que la media de estancia en la calle ascendió a 5,5 años, al tiempo que un 5% de los 764 localizados declararon llevar entre 2 días y 5 meses.  Un hecho, este último preocupante, que exigiría la articulación de mecanismos preventivos y de intervención que evitarán la prolongación de sus circunstancias vitales en el tiempo. A la par podría impedirse que fueran víctimas en la calle de delitos (robos, agresiones, agresiones sexuales) (53,1% de los entrevistados el pasado diciembre), resultando especialmente alarmante que cerca del 66% no denuncié a la policía tales hechos o que padeciendo como lo hacen problemas de salud en un 57% de los casos el 72,5% no tome medicación.

Por último, subrayar que el 35% de los entrevistados declaró que su principal fuente de ingresos era la mendicidad. Por hacernos una idea de la evolución experimentada en los seis recuentos previos, hemos pasado de un 27% en el realizado en 2006, al 23% en 2008, al 27% en verano de 2008, al 30% en 2009, al 44% en 2010, al 38% en 2012. Unas cifras que permiten plantear la hipótesis de que en etapas de crisis económica se acentúa una modalidad de solidaridad de cercanía. Una solidaridad, desde luego bienintencionada de ciudadanos a pie, que ante el progresivo aumento de la exclusión social en nuestro país y de recortes y más recortes en materia social, que les están afectando muy directamente, deciden acercarse a los más desfavorecidos ofreciéndoles lo que está en sus manos: unas monedas para pasar el día.. Sin embargo, desde esta perspectiva de solidaridad “de cercanía” se observa que se está produciendo una vuelta hacia el paradigma de la beneficencia/caridad institucional, con la eventual disolución de los derechos de ciudadanía que tanto nos han costado alcanzar en nuestro país.