Cualquiera entiende que en la situación de crisis económica en que nos movemos por las revueltas que vive el mundo árabe, fundamental en el suministro de crudo, los gobiernos apliquen medidas de ahorro energético. De hecho, hace tiempo que los expertos vienen anunciando que la dependencia del petróleo es una muy seria amenaza para las economías de muchos países, entre ellos España. Recopilemos; el Gobierno ha anunciado hasta ahora varias medidas: limitar la velocidad en autopistas y autovías a 110 kilómetros por hora, rebajar un 5%la tarifa del transporte público, que los Ayuntamientos recorten la factura energética con bombillas de bajo consumo y este último un plan renove para cambiar los neumáticos de los coches. Hablamos de medidas anunciadas en su mayoría de forma dispersa, inconcreta y algunas veces casi sin explicaciones sobre cómo se implantarán. En un principio fue la reducción de la velocidad en autopistas y autovías. Está por ver cuál será la eficacia real de la medida y si valdrá la pena. A ello se une la rebaja del billete de tren, en la confianza, quizá demasiado generosa, de que más personas decidan dejar el coche y utilizar ese transporte. La medida ha provocado, además, la reacción airada de varias Comunidades Autónomas como Cataluña y Madrid.
No se pueden dictar medidas sin que éstas vayan acompañadas de, al menos, un somero estudio económico sobre su implantación y viabilidad. Tanta improvisación resta credibilidad y, por tanto, eficacia a las decisiones. Alguien debería explicarle al Ministro Sebastián, responsable de la mayor parte de estas medidas/ocurrencias, cómo ha de vertebrarse una auténtica política de ahorro y eficiencia energética a largo plazo. Humildemente, le remito a revisar el número 188 de la revista TEMAS sobre “Los retos energéticos de Europa”.