El Gobierno envió a Bruselas el pasado febrero un plan de reducción de ayudas que contemplaba una disminución del 10 por ciento para el año 2012, según los requerimientos marcados por Europa, que fija la fecha tope para el cierre del sector en 2018 –un límite que sistemáticamente rechaza el SOMA-FIAG-UGT, junto con países con tradición minera, como Polonia, o asociaciones como ACOM, que representa a las comarcas mineras, entre otros–. Sin embargo, el recorte se elevó en la práctica hasta el 63 por ciento para este año, de forma que resulta inviable mantener las minas abiertas con un hachazo tal a la producción.
Es esta desorbitada reducción que ha sido adoptada de forma unilateral por el Gobierno central, haciendo gala de un inmovilismo absoluto y una nula voluntad de negociación, la que ha llevado a la minería a iniciar una serie de acciones de protesta, que han ido “in crescendo” desde que se convocaran cuatro días de huelga en el sector a finales del pasado mes de mayo.
Y es que nunca hemos reclamado nada que no fuera ya nuestro, ni pedido un trato de favor para el sector. No es eso lo que perseguimos. Simplemente, resulta inviable mantener abiertas las explotaciones con el recorte presupuestario aplicado a las partidas del plan. ¿Qué más da que el Ministro se ofrezca a negociar el Plan 2013-1018? Lo inmediato es exigir el cumplimiento del plan vigente como paso previo para iniciar la negociación de uno nuevo, pendientes de la política energética y del carbón de la Unión Europea. La actitud del Gobierno del PP denota su rechazo al carbón nacional y parece formar parte de una estrategia de liquidación del sector y de los territorios mineros que, en última instancia, trata de debilitar al movimiento sindical.
Desde el principio, la puerta del diálogo no estuvo nunca ni tan siquiera entreabierta por parte del Ministro de Industria, José Manuel Soria, por eso los mineros han tenido que salir a la calle para defender lo que por derecho les corresponde, adoptando acciones tan coherentes como contundentes que se prolongan ya, con diferentes frentes, desde finales del pasado mayo. Las movilizaciones comenzaron con cuatro jornadas de paro los días 23, 24, 30 y 31 de mayo, que a partir de este último se tornó en huelga indefinida.
Unas movilizaciones que, paso a paso, han ido prendiendo la mecha en la sociedad, hasta el punto de que la lucha minera es ya la lucha de las comarcas del carbón. Quedó demostrado el 18 de junio con la paralización absoluta de los concejos mineros, durante la jornada de huelga general, que culminó con una masiva y pacífica manifestación en la que 50.000 personas colapsaron Langreo. La contundencia de la respuesta social se palpa día a día por la comprensión y el respaldo de las diferentes acciones llevadas a cabo. Incluso en aquellas actuaciones acometidas en carreteras y otras comunicaciones, pese a la radicalización que las mismas han sufrido en numerosas ocasiones por la brutal y provocadora actuación de las fuerzas de seguridad del Estado, que han convertido las movilizaciones en un conflicto de orden público.
Movilizaciones que han llevado a un grupo de mineros a caminar hasta Madrid, cerca de 300 trabajadores procedentes de Asturias, Castilla y León, Aragón y otras Comunidades que el 10 de junio entraron en la capital con 500 kilómetros en sus piernas y tras haber despertado las conciencias de los pueblos a su paso. Y es que el apoyo y la solidaridad no se circunscriben en esta reivindicación solo a los territorios mineros, como ha quedado demostrado con el avance de la Marcha del Carbón, que ha detectado respaldos muy fuertes en la mayor parte de las localidades por las que ha pasado, compromisos de ciudadanos anónimos, de comerciantes y empresarios, de instituciones públicas y de colectivos de muy diversa índole, llegando a su punto más extraordinario con la entrada nocturna en Madrid, con miles de personas en la calle para recibir a los mineros como a verdaderos héroes y demostrando así que el carbón vuelve a ser una vez más en la historia referente del movimiento obrero y un ejemplo para una sociedad que sufre en estos momentos tantos recortes e incomprensiones por parte del Gobierno. Al día siguiente, el 11 de julio, de nuevo una multitud arropó a los mineros de la Marcha por las calles de Madrid en una manifestación a la que se sumaron miles de ciudadanos, muchos de ellos llegados desde las comarcas mineras.
Toda una lección de compromiso y solidaridad la de los Mineros de la Marcha del Carbón que se queda en nada si se compara con el sacrificio realizado por los compañeros que protagonizan los encierros en las minas y que tan presentes han estado en todo momento en el avance hacia Madrid, pero también en las barricadas y el resto de las acciones llevadas a cabo en el último mes y medio.
Los encerrados, desde 600 metros de profundidad, son sin duda el foco que ilumina, con su valentía y coraje, al resto de los mineros para seguir con las reivindicaciones. El suyo es el mayor de los esfuerzos, para ellos y para sus familias. Por algo los encierros en los pozos siempre han sido el máximo ejemplo de lucha dentro del sector. Y en esta ocasión, los héroes asturianos han hecho historia. Mes y medio de encierros –nunca antes había habido otro tan largo- en los que, semana tras semana, volvía a quedar patente el respaldo de la sociedad, con las concentraciones de apoyo en los pozos.
Cincuenta días de oscuridad en las minas Candín y Santiago que no han logrado sacar al Ministro de Industria de su cerrazón. Pero la lucha continúa y a la salida de los encerrados, arropados por familiares, vecinos y compañeros, apiñados al pie del pozo para recibirlos como héroes, otros compañeros han tomado el relevo, encerrándose en San Nicolás y de nuevo en Candín.
Acciones que no cesan, como la Marcha a pie desde las comarcas mineras hasta Oviedo, como el mantenimiento de los encierros, las concentraciones en los centros de trabajo, todo ello porque no podemos detenernos ya que el Ministro de Industria ni tan siquiera ha accedido a convocar la mesa sectorial.
Sin duda, la lucha del carbón ha despertado la conciencia social, un gran logro del que sentirnos orgullosos en estos tiempos de desánimo y aceptación generalizados. Lo que aún no hemos logrado despertar es la razón de un Ministro que se niega a negociar o a escuchar, que se opone a convocar la mesa sectorial y cuyo principal afán parece ser desprestigiar a los mineros y los motivos de su reivindicación y mentir, un día tras otro, sobre la realidad del Plan del Carbón. Puras provocaciones al sentido común de los que, desde el SOMA-FITAG-UGT, defendemos el futuro de la minería, del empleo y de las comarcas mineras, donde tenemos una tasa de paro juvenil que supera el 42 por ciento y los procesos de reactivación económica y diversificación empresarial no han respondido a las expectativas. Intentos de confundir y enfangar los del Ministro en sus referencias a las ayudas al sector, que son en realidad las siguientes: 101,60 millones de euros en ayudas a las infraestructuras, 39 millones para reactivación, 2 millones para becas y formación, 320 millones para prejubilaciones, 111 para ayudas a las empresas privadas y 27 para ayudas a la empresa pública.
Toda Asturias, y no sólo las comarcas mineras, se verán afectadas por las repercusiones económicas y sociales que acarreará la intransigencia del Gobierno. De no modificarse la propuesta actual realizada por Industria, el cierre de la minería y la paralización de la reactivación económica tendrían importantes consecuencias, al ser el carbón un sector estratégico en un país con una enorme dependencia energética del extranjero. Se pondría fin así de forma abrupta al objetivo fundamental que se planteó en la firma de los distintos planes que, en definitiva, no perseguían otra cosa que avanzar hacia un nuevo modelo económico y de desarrollo de los territorios mineros.
El carbón es futuro para estas comarcas. Y el SOMA-FITAG-UGT tiene la madurez, la perspectiva y la experiencia necesarias, como organización sindical centenaria, baluarte de la lucha obrera en tantos momentos clave de nuestra historia, para liderar este proceso.