Por eso, ha comenzado ya la campaña de “agitación y propaganda”. Vemos al ministro Montoro sonreír graciosamente para pasar de la amenaza a cualquier sector social y profesional de nuestro país a anunciar a bombo y platillo la futura bajada de impuestos (si es que se hace) cuyo efecto será dentro de dos años, y que habrá que ver cuánto es realidad y cuánto es malintencionada propaganda.
De la misma forma, Rajoy evita el “cuerpo a cuerpo” electoral en la contienda europea, no eligiendo a su cabeza de lista, y así minimizando al máximo el coste que pueda tener una sucesión de debates donde le obligue a retratarse sobre sus posiciones económicas y sociales frente a Europa.
Pero la mala gestión, las mentiras y la corrupción están haciendo mella en las previsiones electorales de los dos bastiones más importantes del PP: Madrid y Valencia.
Ambas Comunidades las ganó el PP a la vez, en 1995, y a partir de ahí, comenzó la reconquista conservadora. Han conseguido mantener el poder durante casi 20 años. Son dos Comunidades fuertes, con gran peso demográfico, que además han supuesto dos puntos clave en la posible financiación irregular del PP y en el abuso de poder de las instituciones, como así lo estamos viendo con el Caso Bárcenas y Gürtel, cuyas ramificaciones están imbricadas en estos territorios.
Acaba de publicarse una encuesta en la Comunidad Valenciana realizada por la Ser, donde ofrece algunos datos interesantes:
1) La caída espectacular del PP de 20 puntos.
2) El descenso también del PSOE de la Comunidad Valenciana, en casi 7 puntos, que no recoge la caída del PP.
3) La subida de los partidos de izquierdas como Compromis e IU.
4) La fuerte aparición de UPyD, que irrumpe con un 14% sin estar presente en el parlamento autonómico.
Esto indica que, si la tendencia sigue así, el PP no gobernará en la Comunidad Valenciana, y lo hará un gobierno tripartito, lo que supondrá un cambio radical en la gestión, las prioridades y la forma de gobernar, pasando de una férrea mayoría absoluta que ha obstruido los cauces democráticos, imponiendo un abuso de las instituciones públicas y una política basada en el nepotismo, así como la falta de transparencia y el desprecio a los movimientos sociales, a una necesaria gestión basada en el diálogo, los acuerdos y el consenso que posibiliten la formación de un gobierno de izquierdas.
Es un reto para los tres partidos de la Izquierda Valenciana, que estoy absolutamente convencida que sabrán realizarlo bien, porque son conscientes de lo mucho que ellos se juegan y lo mucho que la ciudadanía espera y necesita.
Ahora bien, lo que sigue dejándome muda es: ¿Cómo es posible que el PP siga obteniendo el 29% de los votos (siendo el partido más votado) cuando la Comunidad Valenciana se ha convertido en el paradigma nacional y europeo de todo lo que no se debe hacer?
Ni Gürtel, ni RTVV, ni la visita del Papa, ni el accidente del metro, ni los excesos y despilfarros, ni los sobrecostes injustificados, ni el nepotismo, ni Carlos Fabra y su aeropuerto inútil, ni Rafael Blasco y el vergonzoso caso de Cooperación, ni la larga lista de imputados por graves casos de corrupción son suficientes inmoralidades y obscenidades para aquéllos que todavía insisten en darles su voto.