Dadaísta, surrealista, fotógrafo mundano, fotógrafo innovador, creador de objetos, pintor, cineasta, columnista, cronista… De óleos de paisajes o retratos de estilo “romántico-expresionista-cubista”, como él los calificaba, a colaboraciones cinematográficas en el Hollywood de los cuarenta, pasando por fotografías de moda y “solarizaciones” de exuberantes desnudos femeninos. Man Ray fue un verdadero renacentista del siglo XX, adalid del arte por el arte y camarada de los mejores artistas de su generación. Motivos y obsesiones compartidas (como Picasso, Ray tampoco escapó del embrujo de las deliciosas manos de Dora Maar) que culminaron con sus colaboraciones con Marcel Duchamp. Al igual que el francés, Ray ejerció una fuerte influencia en la evolución del arte de vanguardia del siglo pasado, entendiendo perfectamente la transición de su Dadaísmo, destructor y jovial, al Surrealismo y lo aplica a su obra a través de una evolución insólita. Así queda patente en el recorrido de las casi doscientas obras de la muestra organizada por Caja Duero en Salamanca, que nos permite aproximarnos a una particular visón del arte, la de Man Ray, que aún hoy sigue fascinando.