Las olas de calor, los incendios forestales fuera de control y las inestabilidades atmosféricas de este verano han acentuado la percepción entre la opinión pública de que estamos verdaderamente ante un ciclo de cambio climático. Incluso en las costas españolas del Mediterráneo se han avistado tiburones, dando lugar a situaciones inéditas que posiblemente también son fruto del cambio en las temperaturas del mar.

Después de los Informes de varias comisiones y grupos de expertos internacionales que se produjeron durante el curso pasado, la vivencia directa de la sensación de cambio climático debiera traducirse inmediatamente en debates de altura sobre cómo afrontar el cambio climático y cómo plantear una verdadera Política de la Tierra.

Algunos grupos económicos poderosos han alentado durante años una estrategia de “negar y refutar las evidencias”, en defensa de sus alicortos intereses. Hace pocos meses aún se anunciaba con el mayor descaro la iniciativa de una importante Fundación norteamericana que pagaba 10.000 dólares por cualquier artículo publicado que refutara las conclusiones del Informe de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

Ante este panorama, es evidente que los partidos tienen que situar este debate en un lugar prioritario de la agenda política. Y si no lo hacen de inmediato, los ciudadanos tenemos que exigírselo.