Pero Francia pronto abandonaría esta apatía y su sistema social y político sufrió bruscamente un fuerte cuestionamiento. La revuelta de Mayo-68 fue producto de causas inmediatas, como los problemas de una Universidad muy masificada, centralizada y excesivamente burocratizada, pero sobre todo obedeció a factores más profundos con una dimensión mucho más amplia, que reflejaban un malestar latente con el modelo de organización social y de relaciones políticas vigente. Además, los acontecimientos de Mayo68 debemos incardinarlos dentro del “espíritu del tiempo”, caracterizado por una serie de ideas y valores que conforman un momento propicio en el que sucedieron acontecimientos como la “Primavera de Praga”, las protestas estudiantiles de México, Alemania, España y otros países, el “cordobazo” en Argentina, el movimiento de los hippies y pacifistas norteamericanos, la aparición de los disidentes soviéticos, etc. que si bien tienen características diferentes se puede descubrir en ellos un hilo conductor común.
Pacífico, ruidoso, antiautoritario, contradictorio en su desarrollo, en ocasiones ambiguo, sin organización ni coordinación de ideas o tácticas de los acontecimientos, incomprendido por las fuerzas de izquierda convencionales, Mayo-68 terminó de forma brusca e inesperada y con una holgada victoria electoral del partido gaullista. Pero estos hechos, aunque breves en el tiempo, no sólo conmocionaron a Francia sino que constituyeron un fuerte revulsivo político y sobre todo social y cultural en todo el mundo occidental. Sus efectos se dejaron sentir en los años siguientes y reflejó e impulsó ideas y cambios de los que todavía somos tributarios, convirtiéndose en símbolo y en referencia utópica de muchos movimientos y reivindicaciones de gran eco social a partir de aquel momento: en materia de derechos civiles y de muchas relaciones sociales básicas –entre hombres y mujeres, relaciones sexuales y de pareja, entre viejos y jóvenes, entre padres e hijos, en las relaciones laborales, etc.- Además, también estuvieron presentes las reivindicaciones ecologistas y un nuevo sentido lúdico de la vida
Con todas sus contradicciones y ambigüedades y a pesar de algunos efectos negativos posteriores, Mayo-68 valió la pena y su legado es positivo. Como revulsivo político, social y cultural, como referencia utópica, y por su capacidad para incitar la imaginación y de generar esperanza, M-68 seguirá despertando interés.