Es ya un lugar común decir que la construcción europea avanza con cada crisis, pues ésta genera los incentivos para que los Estados-nación cedan soberanía. Y sin embargo, el resultado de la Cumbre del euro dedicada monográficamente al problema de la deuda pública griega de los días 12 y 13 de julio de 2015 no se ha cerrado con el tipo de acuerdo que hace que todas las partes respiren con alivio y muestren su satisfacción, porque se ha logrado dar un paso más en una unión “cada vez más estrecha” como rezan los Tratados.
Más al contrario, sectores importantes de la ciudadanía y de los responsables políticos comunitarios se encuentran francamente decepcionados por el resultado de la cumbre, tanto por el fondo, como sobre todo, por las formas empleadas para que Grecia aceptara las nuevas condiciones del plan de ayuda financiera.
Bien es cierto que el Gobierno griego negoció con dureza a partir de febrero de 2015, pensando que contaba con la baza de romper la unión monetaria para presionar al resto de los socios. De este modo, se pensaba obtener un nuevo programa con mejores condiciones. Esta estrategia, consistente con la teoría de los juegos, era técnicamente correcta[1] pero suponía adoptar un planteamiento estratégico de alto riesgo además de situarse claramente fuera de la retórica comunitaria de la cooperación leal entre socios. Por otro lado, la teoría de juegos presupone que los actores se comportan racionalmente, pero las emociones cuentan en una negociación, al tiempo que la racionalidad no es una noción objetiva.
Así, mientras Tsipras y Varoufakis dieron por hecho que cualquier responsable político europeísta nunca permitiría, si está en su mano evitarlo, que un país saliera de la Eurozona, por lo que este precedente supone para la credibilidad de la moneda única y la del conjunto del proyecto de construcción europea, Schauble en cambio acabó llegando a la conclusión de que la expulsión de Grecia de la unión monetaria no era solamente posible sino deseable. De acuerdo con este planteamiento, el euro se sostiene gracias al cumplimiento de unas reglas que limitan el déficit público y la deuda pública. Por tanto quien no es capaz de cumplir las normas se situaría “de facto” fuera de la unión monetaria, y cualquier ayuda que se preste al país en cuestión supone un incentivo a seguir incumpliendo. Desde este punto de vista, Grecia se presenta incluso como una ocasión de oro para reforzar la credibilidad de las reglas fiscales y realizar una expulsión ejemplarizante. En consecuencia, el ministro de finanzas alemán propuso en la reunión del Eurogrupo del 11 de julio de 2015 que el país heleno saliera del euro por al menos cinco años.
Sin embargo, detrás de este planteamiento de aprendiz de brujo (nunca vendría más a cuento el dicho español de “los experimentos en casa y con gaseosa”) es difícil que no se trasluzca un afán por castigar a Grecia por haber desafiado el dogma ordo-liberal del ajuste fiscal a ultranza y sobre todo por haber convocado un referéndum en mitad de las negociaciones. Alemania y el resto de países de la línea dura, al parecer el Gobierno español entre ellos, pudieron haber acordado el plan cuyas condiciones ya había aceptado Tsipras incluso antes del referéndum. En cambio, prefirieron probar suerte a ver si el primer ministro heleno perdía la consulta. Tras ganarla, el de Atenas ofreció firmar la última oferta presentada por la Comisión Europea el 28 de junio de 2015, además de destituir a Varoufakis como ministro de finanzas. De nuevo, se optó por añadir nuevas condiciones para humillar a Grecia: aprobación inmediata de una serie de reformas antes del 15 y del 20 de julio, remisión a la antigua Troika de todos los proyectos de ley antes de su envío al parlamento, creación del fondo de privatizaciones, etc. A cambio, Tsipras ha obtenido, eso sí, que se incluya una mención al alivio de la carga de la deuda pública (que no quita)[2].
Mientras tanto, el Banco Central Europeo ha sido partícipe de esta estrategia[3], al no aumentar la Asistencia de Liquidez de Emergencia a los bancos griegos hasta después del acuerdo, agravando por tanto la situación del sistema de crédito y pagos, e incumpliendo su mandato de contribuir al mantenimiento de la estabilidad financiera.
Por suerte, la propuesta de la expulsión de Grecia del euro no fue recogida en el documento final, pero supone un grave e insólito precedente. Alemania es el motor económico de la Unión y en consecuencia su peso político en innegable. Pero Schauble y Merkel han demostrado con este planteamiento una mala comprensión del proyecto político del euro y una falta de miras impropias de un país líder en Europa. Paradójicamente Tsipras ha resultado ser más europeísta que el dúo alemán, pues claramente su línea roja era evitar la salida de Grecia del euro, de ahí que el líder de Syriza haya aceptado el plan más duro y humillante.
El problema de la deuda pública griega no se resolverá hasta que se elabore un programa justo, equilibrado y orientado a impulsar las inversiones a corto plazo y las reformas que favorecen la productividad a largo plazo, y sin que se deterioren aún más las condiciones de vida del pueblo griego. Además, hay que ampliar los plazos de cadencia y amortización de la deuda, y en lo posible reducir el tipo de interés de los préstamos. Además, para preservar a la unión monetaria de este tipo de tensiones, es imprescindible culminar la unión bancaria (en particular el fondo europeo de garantía de depósitos) y poner en marcha la unión fiscal y financiera (impuestos y deuda pública europeos). Sin embargo, nada de esto parece posible mientras Merkel y Schauble sigan al mando en Berlín.
[1] Véase “El futuro de Grecia (y de la Eurozona)” (22.06.2015) , en http://www.sistemadigital.es/Info/Item/Details/5958
[2] El 10 de julio de 2015 pronostiqué que el acuerdo contendría este elemento, véase “Grecia y el euro: ¿Fin de partida?”: http://blogs.elpais.com/alternativas/2015/07/grecia-y-el-euro-fin-de-partida.html#comments.
[3] Véase “Tsipras refuerza su posición frente al Eurogrupo, pero el tiempo juega en su contra” (06.07.2015), en http://www.sistemadigital.es/Info/Item/Details/5985