Para bien o para mal, Audrey Tautou será por siempre Amelie, como Jean-Pierre Jeunet será siempre señalado como su director (y otro tanto se puede decir de Yann Tiersen, creador de su música…). Cuando un artista queda marcado por un éxito tan descomunal como la pequeña Amelie las cosas se ponen cuesta arriba en las siguientes producciones que aborda. Jeunet es poseedor de una fantástica y muy particular visión cinematográfica, cercana al cómic, mezclando con envidiable lucidez lo hermoso y lo patético, lo terrorófico y lo humorístico, lo infantil y lo dramático. Tras “Amelie” (2001) regresó con “Largo domingo de noviazgo” (2004), donde cambió de registro, pero, ay pobre de él, repitió con su actriz Tatou, y cuando la gente llegó a los cines esperando un “Amelie 2” se llevó un chasco monumental, y no fue el éxito esperado. Este “Micmacs” nos llega nada menos que 5 años después, más 2 inexplicables años de retraso para España (la película es del 2009), y aunque para su desgracia también ha sido un descalabro en taquilla podemos afirmar que estamos de nuevo ante la esencia del humor y la ingenuidad de “Amelie”.
Bazil (Dany Boon) es un tipo sencillo que ha quedado marcado por la desgracia de las armas: una mina en el desierto le despojó de su familia siendo pequeño, y ya de mayor una bala perdida en un tiroteo casi le mata. Al salir del hospital se une a un grupo peculiar de vagabundos, una pequeña gran familia que lo acoge como uno más. Un día se cruza en una calle con las dos fábricas de armas que marcaron su vida, la que fabricó la mina y la que fabricó la bala. Urde entonces un plan para hundir ambas compañías, y el mal que causan en todo el mundo.
Aunque suene a venganza (de hecho lo es), el plan de Bazil es disparatado a la vez que humorístico, y se vuelve una lucha de David contra Goliat empleando el ingenio y a sus compañeros de aventuras, cada uno poseedor de un curioso don. Es ésta una película sencilla, muy divertida, emotiva, ingeniosa y plenamente disfrutable.
Jeunet sigue la estela de un humor visual muy particular, con escenas que perfectamente cabrían en una película muda de humor, en blanco y negro, de hace 90 años. Se pueden adivinar raíces en Charles Chaplin y Jacques Tati, con esos personajes vagabundos pero de gran corazón, tan imposibles como un dibujo animado. A su vez podemos ver paralelismos en la dirección artística que le acerca a nuestro Javier Fesser, aunque en mi opinión Jeunet le supera ampliamente por no quedarse en lo histriónico o meramente humorístico, sino porque le pone más alma y corazón a sus personajes.
Es esta película lo que realmente podríamos calificar de cine familiar, pues los adultos sabrán leer las segundas líneas de la película, con un tema tan espinoso y triste como el tráfico de armas, y los niños (felizmente ajenos a ello) podrán divertirse con un grupo casi de clowns de circo enfrentándose a “malos” de tebeo. Es una película que, como “Amelie”, te deja una sonrisa cómplice en los labios cuando sales del cine. Es una pena el poco éxito que está teniendo, pero sin duda merece la pena su visionado.
Lo mejor: El estilo visual de Jeunet y la calidez de los personajes.
Lo peor: Que haya tenido tan poca repercusión su estreno, y un cartel que realmente no dice nada.