La clínica retiró su publicidad y nada más se ha sabido de este episodio, que forma parte ya de una casuística que desde hace años va apuntando hacia dónde podrían conducirse las técnicas de reproducción humana asistida. No olvidemos los intereses estratégicos, políticos y económicos inherentes a su desenvolvimiento.

La perspectiva del “hijo a la carta”, del derecho al “hijo perfecto” introduce un elemento de “control de calidad en los nacidos”, al que podríamos dirigirnos, en un contexto sociológico mundial lleno de paradojas. Mientras la mayor parte de la humanidad sobrevive con niveles de mera supervivencia, con una tendencia de aumento del número de hambrientos, con millones de niños abandonados y múltiples guerras crueles e injustas, el mundo más desarrollado dirige sus esfuerzos a alcanzar lo que hasta hace poco tiempo eran fantasías. La utopía biologicista, anticipada por Aldous Huxley en su novela “Un mundo feliz”, reconsiderada a finales del siglo XX por Lee Silver en su trabajo “Vuelta al edén. Más allá de la clonación en un mundo feliz” cobra especial protagonismo en estos momentos. Hoy es posible alcanzar viejos “sueños de la razón”, convertirnos en prometeos modernos y construir al golem mitológico a nuestra imagen y semejanza, de carne y hueso. Por esta vía podemos introducirnos en esferas hasta hace poco infranqueables e infranqueadas, suscitando cuestiones inquietantes sobre nuestro futuro como especie biológica y cultural: ¿todo lo que se puede hacer técnicamente se debe hacer éticamente?, ¿todo lo que técnicamente es posible en este campo es viable socialmente?, ¿dónde situar los límites en el siglo de la genética?, ¿queremos ser Faustos o Dioses?, ¿está todo en los genes?…

Quizá alguno recuerde las siguientes palabras, que podrían ser hechas suyas hoy en día por algún médico narcisista y trastornado especializado en reproducción asistida: “Una nueva especie me bendecirá como a su creador, muchos seres felices y maravillosos me deberán su existencia. Ningún padre podrá reclamar tan completamente la gratitud de sus hijos como yo mereceré la de éstos”. Fueron pronunciadas por el joven científico Victor Frankenstein cuando en la novela de Mary Shelley huyó abandonando al nuevo ser de su creación (por cierto, el monstruo de Frankenstein fue imaginado en el pueblo bábaro en donde la que suscribe nació, Inglostadt Donau).

Actualmente es posible hacer selecciones embrionarias, de hecho son práctica habitual cuando se sospecha que los hijos pueden nacer con cromosopatías y/o enfermedades genéticas. En España, la Ley 14/2006 sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida limita su realización a centros autorizados con el objetivo de “la detección de enfermedades hereditarias graves, de aparición precoz y no susceptibles de tratamiento curativo postnatal, con arreglo a los conocimientos científicos actuales, con objeto de llevar a cabo la selección embrionaria de los preembriones no afectos para su transferencia” (Art. 12.1.), o para “la detección de otras alteraciones que puedan comprometer la viabilidad del embrión” (Art, 12.b). También la ley prevé la aplicación de estas técnicas “… cuando se pretendan practicar en combinación con la determinación de los antígenos de histocompatibilidad de los preembriones in vitro con fines terapéuticos para terceros”. Recordemos el nacimiento de un niño en un Hospital andaluz en octubre de 2008, que ha salvado la vida de su pequeño hermano enfermo, al utilizarse sangre de su cordón umbilical.

Dar pasos más allá, sin que medien razones preventivas o terapéuticas, nos arroja hacia un escenario eugenésico, con graves efectos sobre la humanidad del futuro. Esperemos que sepamos conjugar nuestra inteligencia, nuestros sueños e ilusiones con el principio de prudencia y que podamos construir un futuro respetuoso y justo para los que actualmente estamos aquí y los que están por venir. Sin duda, ellos tienen derecho a que el azar de la naturaleza les haga nacer blancos, negros, rubios, morenos, altos, bajos, de ojos azules, marrones, etc… sin que intervengamos los doctores Frankenstein del siglo XXI. Que así sea…