Todo aquel que quiera ser alguien en el mundo de de la política americana (y en breve en España, tiempo al tiempo) debe tener una Blackberry o, en su defecto, un dispositivo móvil de última generación con el que acceder a Internet y al correo electrónico desde cualquier punto y siempre que lo necesite.
Hasta la llegada de Obama estos dispositivos estaban reducidos a los grandes empresarios y a los adictos a su correo electrónico. Ahora sus precios bajan, algo, y el gran público quiere tener acceso a ellos.
Tal es la necesidad de Obama por contar con este dispositivo que se negó a dejar de utilizarlo, a pesar de que los servicios secretos de los Estados Unidos se lo exigieran. Al final han optado por una solución intermedia; Obama se queda con la Blackberry, pero modificada lo suficiente como para ser segura y con una nueva cuenta de correo que conocen pocas, muy pocas, personas.
Imagino que, a pesar de la crisis, la empresa dueña de dicho terminal debe estar viendo crecer sus beneficios de forma descontrolada, porque hoy, para ser como Obama, hay que cambiar de móvil.
Las generaciones más jóvenes de políticos lo saben. Las Nuevas Tecnologías, en realidad están apareciendo ahora. Su desarrollo ha sido progresivo y se ha anticipado desde hace tiempo, pero su existencia real tiene pocos meses, al menos en el campo de la política, que viene a ser el campo de todo, en general.
De donde viene Obama es de esa fábrica de políticos conectados que también existe en España. Políticos que lejos de ver Internet como inhumano, lo llenan de vida con su presencia y aportaciones y asumen con tranquilidad la importancia de estar siempre “on line”, frente a aquellos que siguen renegando de llevar un móvil en el bolsillo.
La información la tenemos desde hace tiempo, ahora hemos logrado, de verdad, que su velocidad y relevancia en lo que hacemos día a día, minuto a minuto sea absolutamente real.
Por eso, sorprende que tras tantos años en la “Sociedad de la Información”, en la “Sociedad Red”, etc., sea ahora cuando se haga tan visible y tan física esa realidad. ¿Tendrá Castells una Blackberry?
Y que alguien le regale una a Zapatero, por si acaso.