No obstante, los datos del estudio post-electoral realizado por el CIS y hecho público el pasado 15 de julio revelan que, en esta ocasión, podemos estar ante cambios de tendencia más profundos. En particular, si la encuesta del CIS está bien hecha y sus resultados son suficientemente representativos, podríamos encontrarnos ante un proceso de desgaste multipartidario y ante la apertura de nuevos espacios políticos relevantes. Así, el deterioro (antes de las primarias del PSOE y de su Congreso) estaría afectando tanto al partido del gobierno (PP) como al principal partido de la oposición (PSOE), con un cierto estancamiento también en Izquierda Unida.

Lo más llamativo de la Encuesta del CIS es que, desde la fecha electoral, parece que PODEMOS ha incrementado de manera notable sus apoyos. Hasta el punto de que en estos momentos son más las personas que dicen haber votado a PODEMOS que las que realmente lo hicieron. Lo cual también podría indicar un sesgo en la selección de la muestra.

Aún así, los electores que en su conjunto consideran a PODEMOS como un partido que está más cercano a sus ideas y planteamientos políticos en algunos temas concretos eran más, cuando se hizo la encuesta del CIS, que aquellos que ven al PSOE de esta misma manera. Lo cual, de ser cierto, supondría que España puede evolucionar hacia un sistema múltiple de representación de la izquierda, con distintas matizaciones de carácter autonómico añadidas. Además, en el triplete de izquierdas, PODEMOS, según el CIS, podría estar acercándose en apoyos al PSOE, mientras Izquierda Unida permanece más rezagada (tres veces menos que PODEMOS). Lo cual está poniendo muy nerviosos a ciertos líderes de Izquierda Unida, que pueden verse tentados a emprender una carrera de radicalización, para intentar demostrar que ellos están más a la izquierda que cualquiera.

Al margen de posibles cuestiones técnicas y de representación de la Encuesta del CIS, habrá que esperar a ver cómo influye el nuevo liderazgo del PSOE y los nuevos planteamientos de este partido. En consecuencia, la Encuesta post-electoral del CIS debe ser situada en una perspectiva dinámica que se encuentra influida por nuevas tendencias políticas, entre las que destacan básicamente tres. En primer lugar, aumenta el clima de indignación, malestar y disconformidad que existe en amplios sectores de la población que viven condiciones de creciente deterioro y que, hasta la fecha, no han encontrado respuestas ni alternativas satisfactorias en la estructura pre-existente de partidos políticos. Tal clima de opinión se ha convertido en una variable decisiva de los comportamientos políticos, que puede llevar al fiasco a todos aquellos que no sean conscientes de ella.

La segunda tendencia nos indica que ha dejado de operar el “efecto balancín”, es decir, el proceso por el cual el principal partido que estaba debajo (desde la perspectiva de gobierno o poder) tendía a subir automáticamente cuando el partido que estaba arriba perdía apoyos. Lo cual daba lugar a un proceso de equilibrios mutuos que se traducían en alternativas correlativas de predominio PSOE-PP. Ahora, en cambio, los datos demuestran que cuando baja el PP no sube el PSOE simultáneamente.

La tercera tendencia hace referencia a ciclos políticos más complejos que están dando lugar (no solo en España) a que una parte de los apoyos potenciales de los partidos, tanto los de izquierda como los de derecha, decidan su voto de forma más volátil, de manera más tardía, y en función de los candidatos y los programas (y sus procesos de elaboración y/o elección). El caso de Francia durante los últimos lustros es bastante ilustrativo en este sentido. Lo cual ha dado lugar a que en este país, por ejemplo, el Partido Socialista haya venido oscilando en apoyos que iban desde el 15-20% al 35-40% o más, dependiendo de los candidatos que presentaba (y el proceso por el que eran elegidos) y, sobre todo, del programa con el que concurría a las urnas. En consecuencia, los incumplimientos ulteriores de este programa tenían castigos bastante rotundos en las urnas en los comicios posteriores (efecto tobogán). Lo ocurrido en las últimas elecciones europeas es una buena demostración de esta tendencia. ¿Puede ocurrir en España algo similar a los procesos de oscilación que se llevan experimentando en Francia en los últimos lustros?

Se trata de una hipótesis o una probabilidad bastante plausible, que va a depender de muchas variables. Entre otras, del enconamiento con el que determinados sectores de la derecha mediática y política española acosen e intenten machacar al PSOE y a sus nuevos líderes, incluso recurriendo a procedimientos y estrategias propias de la guerra sucia y de los comportamientos de partidos no democráticos. De hecho, con este tipo de proceder, la derecha española –tan poderosa en tantos ámbitos– puede acabar influyendo decisivamente en quiénes van a ser los interlocutores principales de la izquierda en España en los próximos años. Sin duda, un campo que está abonado para la irresponsabilidad.