Es de destacar que las críticas hayan surgido también de sectores próximos, y poco sospechosos de apriorismos, en los que ha producido sorpresa la continuidad de algunos ministros bastante “quemados” y la salida de otros más vinculados a posiciones progresistas. Tampoco parece que se haya entendido bien –inicialmente– la incorporación al ejecutivo de personas cuyas experiencias electorales recientes han sido escasamente brillantes y cuyas posiciones políticas e ideológicas son escasamente próximas a algunas de las promesas socialdemócratas formuladas en la campaña. Por ello, algunos han hablado de un cierto giro a la derecha del ejecutivo, que es posible que no deje muy contentos a determinados sectores de los electores indecisos que finalmente votaron por el PSOE.
Llama la atención también el debate que se ha suscitado sobre la eventual distribución de competencias en el área económica, que ha forzado a Solbes a aclarar que él es el Vicepresidente para asuntos económicos. Sería conveniente, pues, esforzarse desde el principio en evitar malentendidos y discrepancias en un área de gobierno tan importante como la económica, especialmente en una coyuntura como la actual que requiere que desde el gobierno se actúe con la máxima claridad y cohesión y que se transmitan a los ciudadanos mensajes e imágenes de seguridad, rigor y confianza.