Pues bien: conviene iniciar con este largo preámbulo a la hora de analizar cuáles son los logros y/o las decepciones.

Sin ánimo de exhaustividad analicemos al menos algunos puntos importantes:

1. Un mensaje global: la guerra y la paz. No cabe duda de que, frente al mensaje unilateral muy belicista de Bush, el discurso de Obama, multilateral, a favor del diálogo cultural y de la propia Alianza de Civilizaciones (como muestra su presencia en la reunión de Estambul con Erdogan y José Luis Rodríguez Zapatero) representa un claro avance. El discurso al mundo árabe y musulmán de la Universidad de El Cairo significa una propuesta estimable en el mismo terreno. Pero la dura realidad es el envío de tropas y la continuidad de la guerra en Afganistán. Lo menos que se puede decir es que el multilateralismo, aquí, queda limitado a la solicitud de ayuda a países aliados, invitándoles a compartir una decisión previamente tomada y, desde luego, mucho menos respecto al proceso de toma de decisiones en sí mismo. Puestas así las cosas, habría que agarrarse a la revisión de dicha estrategia para 2011. Y para ello habrá que volver a recordar las necesidades de buscar objetivos mínimos en Afganistán si se quiere huir de una opción exclusivamente militar, indefinida y contraproducente. Esos objetivos tienen que ser la existencia de un Gobierno afgano mínimamente estable, que respete al menos los derechos humanos básicos y que sea capaz de unas mínimas garantías en materia de seguridad, incluyendo, claro está, la garantía de que desde su territorio no se va a preparar otro 11 – S, otro 11 – M o cualquier atentado así. Y para ello debería quedar claro la no continuidad de la estrategia actual más allá de esas fechas, pues de otro modo será muy difícil implicar de verdad al Gobierno afgano en la búsqueda de esos objetivos (la prueba es lo que ha venido pasando hasta ahora, corrupción incluida).

En otro tema de política exterior también hay luces y sombras: positiva fue la condena del Golpe en Honduras, pero mucha más cuestionable la actitud posterior: el golpista Micheletti piensa transmitir la banda presidencial sin dejar el poder ni un minuto antes. Da la sensación que EEUU podría haber hecho más presión. Desde luego en el pasado si que hizo mucho más para derrocar al presidente chileno, democráticamente elegido, Salvador Allende.

Tampoco resulta nada tranquilizador el fortalecimiento de las bases en Colombia, siete, nada menos, con la coartada escasamente creíble de la lucha contra el narcotráfico.

Nada se ha hecho en concreto para acabar con el bloqueo a Cuba, más allá de los gestos iniciales. Respecto a Guantánamo, la voluntad de cierre parece clara, pero el retraso en la puesta en práctica es también preocupante.

Asimismo, en el conflicto árabe israelí la congelación de los asentamientos exigida por Obama sólo es seguida parcialmente, y más bien de boquilla, por el gobierno de Netanyahu. ¿Será capaz Obama de ejercer una mayor presión en el futuro para hacer avanzar las conversaciones de paz?

2. El cambio climático: La actitud de Obama en la cumbre de Copenhague sobre el cambio climático puede ser decepcionante, pero requiere también un análisis algo más concreto. Pues el fracaso venía cantado desde la visita a China del propio Obama. Amparándose en la actitud de China de no aceptar ninguna verificación internacional de la reducción de emisiones, Obama estimó que la posición europea (en este caso común, por una vez) no podía ser siquiera considerada. Así las cosas nada es vinculante. Ni la reducción de emisiones (incluso la auto declaración de cada país en este tema ha quedado aplazada) ni el compromiso de apoyo a los países más pobres, ni siquiera la idea de conseguir ese acuerdo vinculante en el próximo futuro (reunión de México en 2010). La presión interna ha sido quizás determinante: las críticas por no llegar a un acuerdo han sido, no lo olvidemos, mucho menores en EEUU y ninguna desde lo que Eisenhower llamó en un momento de lucidez el “complejo militar-industrial”. Por una vez, también, es difícil no estar de acuerdo con Hugo Chávez cuando declaró “que si el clima fuera un banco ya lo habrían salvado”. Pero además, desde el punto de vista europeo, la preferencia por el acuerdo con China puede ser un precedente preocupante para otros temas.

3. La política Interior: el caso de la reforma sanitaria.

Aún a costa de descafeinarla considerablemente (por ejemplo renunciando a la creación de un Seguro Público) y teniendo que pactar con los “Blue Dogs” (demócratas conservadores, en general del sur) a trancas y barrancas Obama ha sacado adelante una reforma sanitaria que, aun dejando fuera a los inmigrantes ilegales, llevará a estar cubierto a unos 30 millones de estadounidenses que no lo estaban y pondrá previsiblemente freno a los mayores excesos de aseguradoras y farmaceúticas (que, por cierto sufragan las campañas y otros gastos de muchísimos parlamentarios republicanos y demócratas conservadores, como bien ha señalado el profesor Vicenç Navarro recientemente). No es todo lo que se pensaba, quizás ni siquiera la mitad de lo que se pensaba, pero al menos es un paso adelante.

A modo de conclusión: resulta difícil pronosticar como va a continuar la presidencia de Obama. Al menos podemos decir que no es un futuro previsiblemente negativo.

No cabe duda de que, en muchos temas, al menos habrá un intento de cambiar las cosas. Estoy de acuerdo con José Luis Rodríguez Zapatero cuando dice que el resto de mundo debe ayudar a Obama en ese intento. Ahora bien, lo que ya no está claro es como se ayuda más. ¿Debe ser esa ayuda decir sí a todo lo que se proponga? Por ejemplo, si en el 2011 la situación en Afganistán no ha mejorado ¿deberíamos ayudarle mandando más tropas? ¿O más bien ayudarle sería todo lo contrario?