Podemos puntualizar. Los cheques árabes y los multimillonarios rusos se han lanzado en operaciones espectaculares de compra de equipos de fútbol por puro capricho personal, cuando no rivalidad. El ejemplo de Abramovitch, que hace años se adueño del Chelsea, ha inspirado al tristemente propietario irresponsable del Málaga y al ruso Ryboloviev que ha adquirido el club de Monaco, antes propiedad de la Sociedad balnearia de Montecarlo, es decir, del Príncipe del lugar. Los nuevos ricos de Rusia y de las antiguas repúblicas de la URSS siguen la misma pauta, lo que permite, por ejemplo, ofrecer a un futbolista, Etoo, un salario anual de veinte millones de euros para jugar en un equipo cuasi desconocido. Los chinos ofrecen millones por los jugadores europeos.

Esta mundialización se extiende a la península Árabe y a Estados Unidos. Los Quatarís han comprado el Paris Saint Germain y ya lo han rellenado de estrellas futbolistas. Pero esta vez no es un puro capricho, es una estrategia global para imponer la marca Quatar en el mundo occidental. Esta adquisición se acompaña de la creación de una cadena de televisión deportiva Bein que poco a poco va acumulando los derechos de transmisión del fútbol y de otros deportes. Pronto habrá una cadena informativa. Quatar también invierte en los grandes hoteles franceses, hasta en las barriadas desfavorecidas y no se debe olvidar la operación cumbre, el Mundial de fútbol de 2022 que seguramente muchos millones ha costado obtener. Con este sistema vamos a la realidad siguiente: habrá dueños que poseerán varios clubs en los campeonatos europeos o mundiales, con la lógica distorsión del ideal competitivo en favor de otros intereses financieros, las apuestas por ejemplo.

Estas apuestas ya han sido noticia escandalosa por la cantidad de partidos “amañados” en Asia o África, y de seguro todo no se sabe. No será la primera vez que los juegos pasan a ser actividad lucrativa de nuevas mafias.

Los intereses financieros, discretamente, van contratando grandes jugadores o promesas que luego “alquilan” a los clubs. Por ejemplo el caso de Carlos Tevez. Es una vía de negocio en alza y que se explica por las sumas irracionales que alcanzan algunos fichajes de jugadores. ¡Una nueva empresa de compra y alquiler de seres humanos! Hay clubs de fútbol conocidos por su política de rastreo de juveniles, en África en particular, para sus centros de formación. El que no vale lo despiden, y que se las arregle como pueda. El que vale será traspasado unos años después, en realidad vendido, a otro club. Es un verdadero negocio.

Todo esto está justificado por la universalización del deporte rey. Los periodos de “Mercato”, compra y subasta de jugadores, son vorazmente alimentados por la prensa. De año en año suben los récords de fichaje. Los cien millones ya son anunciados por Cristiano o Bale. Los salarios de más de diez millones de euros por año ya no son excepcionales. Y cuando el Gobierno francés anuncia una imposición excepcional del 75 por ciento de la renta que pase de un millón de euros los cronistas deportivos se escandalizan porque esto va a impedir la llegada de los mejores futbolistas. A través del fútbol se insinúa la finanza, la voluntad de poder cuando no el nacionalismo más ruin. ¿Cómo impedir que ello no desemboque en el dopaje organizado, la trampa en los partidos, la corrupción arbitral o de las instituciones que rigen este deporte?

Hay algunas reacciones. La liga de fútbol francesa impone el equilibrio presupuestario a sus clubs, so pena de sanciones muy graves. Pero claro esto no puede imponerse al Paris Saint Germain cuyo presupuesto lo equilibra su propietario con un sencillo cheque. Pero ha dado lugar a un conflicto serio. Los dirigentes del fútbol francés han emplazado al club de Mónaco, que está inscrito desde hace ochenta años en su campeonato, a desplazar su sede social a Francia. ¿Por qué? Sencillamente porque en el Principado de Mónaco los extranjeros no pagan impuestos y los franceses menos que en Francia. Por ejemplo, el fichaje de Falcao, sesenta millones, no supone ningún gasto adicional en cuanto a los impuestos que debería costear el club. Evidentemente esto distorsiona las condiciones de la competitividad entre los clubs. Mónaco debe respetar esta decisión antes de Junio de 2014. El propietario ruso ha llevado el asunto al Consejo de Estado francés cuya decisión será importantísima para el futuro de este deporte, tanto como lo fue el decreto Bossman que abrió la puerta a los fichajes de jugadores extranjeros.

Ya la FIFA ha tomado la decisión de excluir al Málaga de los campeonatos europeos del año que viene, por razones económicas ligadas a los procederes del dichoso cheque.

Pero es de temer que todo esto no baste para impedir que el deporte más popular, más democrático, evolucione hacia un verdadero y puro negocio.

Opina Alfonso Guerra en el último volumen de sus Memorias que Hollywood debió parte de su preeminencia en la industria del cine a la crisis de los años treinta, que precipitaba los desdichados hacia el único foco de distracción: el cine. Es posible que estemos en un idéntico escenario con la crisis y el fútbol como nuevo paradero de los millones de millones que no saben donde depositarse para aumentar sus beneficios.

Lo que está ocurriendo estos días en Brasil donde nunca nadie pudiera pensar en manifestaciones en contra del fútbol por su coste injustificable, puede ser el principio del fin de esta nueva burbuja. !Ojalá así sea!