El asunto de la Caja tiene su miga. La “lideresa” se ha empeñado en colocar a Ignacio González, su segundo, que, además de no poseer las capacidades profesionales necesarias para dirigir la cuarta entidad financiera de España, está un “pelín” tocado por el lío del Gürtel -sin olvidar aquel asunto de las escuchas, los espías y las bolsas llenas de… ¿toallas y albornoces de hotel?-. Según las informaciones difundidas en la prensa, González aparece en el sumario -sólo parcialmente desvelado- del caso concediendo cinco adjudicaciones a dedo- de esas que se hacían directamente con el método de trocear las partidas para evitar el concurso público- a una empresa de Correa. Aun así, los dos partidos de la oposición con representación en la Asamblea de Madrid dicen que no van a vetar a nadie para la dirección de Caja Madrid. ¿A González tampoco?
Con todo ello, ¿qué se está trasladando a la ciudadanía? Algo muy feo. Se tiene la percepción que determinados cargos institucionales son una “prebenda” que se reparte no dependiendo de la capacidad de las personas para ocupar determinados puestos, sino en función de los peajes internos que tienen que pagar los dirigentes para contentar a unos o a otros. Da la sensación de que la política se ha rebajado a la negociación de cortas miras, dejando en un segundo plano los intereses de los ciudadanos.
Pero a mi juicio, lo peor de todo es la sensación que asuntos como este provocan en la ciudadanía llevando a la famosa creencia de que “todos son iguales”, algo muy pernicioso para la buena salud de la democracia, pero que siempre termina por beneficiar a la derecha. Los partidos de la izquierda no se pueden permitir ciertos lujos, y al entrar en la “bronca” de la Caja, aceptando un ¿pacto “con el diablo”?, vuelven a hacer un flaco favor a sus ciudadanos. Se han dejado embaucar por la “lideresa”, que ha conseguido que el barullo salpique a todos, mientras ella se va de rositas y a lo suyo, que es acaparar control y poder.
Da la sensación de que se pierde la perspectiva de lo que realmente es importante para todos, a saber: que funcione bien la Sanidad pública en Madrid, para lo que es necesario e imprescindible que los representantes políticos de la izquierda y los sindicatos pongan toda la carne en el asador y mucho más, para que los/as “Aguirre y compañía” no se salgan con la suya y privaticen este servicio público esencial; que se cuide la escuela pública y se frenen las privatizaciones y las “alegres” concesiones de suelo público a las variopintas agrupaciones religiosas; que de una vez por todas el Gobierno de la Comunidad de Madrid respete las leyes aprobadas en el parlamento español y ponga en marcha la Ley de Dependencia en esta Comunidad; que se denuncie con eficacia la corrupción y se trabaje para terminar con los “Gürtel”, los “GUateque” y todas las formas de clientelismo y actuaciones “dudosas” que han salpicado y salpican a los dirigentes políticos del Partido Popular en Madrid y que tanto daño hacen a nuestro sistema de convivencia.
En fin, los ciudadanos que votamos a la izquierda queremos sentirnos orgullosos de nuestros dirigentes y con actuaciones como las de Caja Madrid nos lo ponen muy difícil.