Aunque no lo parezca, “Pájaros de papel” es el primer largometraje del polifacético Emilio Aragón. Más conocido, por toda mi generación, como Milikito. Nadie, le puede negar que es un auténtico mago del entretenimiento. Así que podemos dar por hecho que, en su opera prima iba a pisar sobre seguro.

En este proyecto, como alguien muy cercano le aconsejó, “Sólo tú puedes hacer esta película. Es tu historia. Hazla”.

Para hacerla realidad no ha ahorrado esfuerzos y para cada cuestión ha contado con los mejores. Aún siendo responsable del guión se ha apoyado en la ternura irónica de Fernando Castets, guionista de maestría contrastada en películas como “El hijo de la novia” y “Luna de Avellaneda”. En la música siendo él, el autor, ha contado con la colaboración de uno de los mejores violinistas del mundo, el libanés Ara Malikian. Así como, con el gran Kepa Junkera que ha logrado que los actores parezcan que han nacido con una trikitixa bajo el brazo. Y para mostrar esa mezcla de tristeza y esperanza de los protagonistas recorriendo esos pueblos pequeños ha contado con la guitarras de Pepe Habichuela y José Miguel Carmona alcanzando ese punto de alegría y melancolía tan a la española. Sin dudarlo, “Pájaros de papel” tiene en la música un relator importante. Los personajes, como fogueados artistas de vodevil que son, demuestran sus habilidades musicales gracias a sus canciones e interpretaciones. Con su propio repertorio no sólo divierten y emocionan. A veces hasta consiguen que les paguen para poder comer. Pero el ingrediente esencial de la historia son sus intérpretes, su profesionalidad. Un Imanol Arias (Jorge del Pino) inteligente y con carisma. Lluis Homar ( Enrique) un personaje ambiguo pero lleno de bondad. Un Roger Princep que a pesar de su corta edad desborda profesionalidad. Y una Carmen Machi que aporta verdad y sentido de humor, además de descubrirnos facetas como la de cantar a la perfección.

“Pájaros de papel” habla del amor por un hijo, por una mujer, por un amigo, por la comedia y por la vida. Es la historia de un grupo de artistas de vodevil después de que la guerra les haya quitado todo menos el hambre. El músico Jorge del Pino, el ventrílocuo Enrique Corgo, la cupletista Rocío Moliner y el huérfano Miguel forman, junto a otras almas perdidas, una curiosa familia que intenta vivir y pelear cada día como cualquier otra, con sus miserias y sus alegrías, con el aliciente de su música y sus canciones. Y a falta de pan, buenos les resultan los aplausos.

El resultado es más que satisfactorio, elogiable. Especialmente destacable, la ambientación, que nos traslada a un tiempo de escasez, dolor y miseria en el que el arte, con mayúsculas y minúsculas, era lo único capaz de mantener vivos los corazones más desolados.