En primer lugar porque hay errores, y errores. No es lo mismo confundirse en el Congreso y pulsar el botón equivocado en una votación que repatriar los cuerpos de militares españoles sin identificar, con sus restos mezclados en diferentes ataúdes, mientras se mantienen los cementerios abiertos para poder hacer los entierros de madrugada, protegido por la oscuridad de la noche.
De hecho, esto segundo no es considerado por muchos como un error, como se pueden imaginar, pero es conveniente evitar palabras mayores.
En cualquier caso Federico Trillo se mueve bien en la cuerda floja, con generales que le cubren la espalda, mientras otros desvelan su posición. Eso genera el suficiente humo como para evitar que todas las miradas se centren en él, y le permite seguir en su cargo, redactando demandas y querellas contra el Partido Socialista, protegido por Soraya.
En segundo lugar porque desde mayo de 2007 un gran número de ciudadanos viene preparando una querella contra Aznar y Trillo, entre otros, por la invasión de Irak. Ahora, en 2009 se acaba de presentar en el Tribunal Supremo, respaldada por el Partido Comunista y más de 20,000 firmas.
Así que Trillo, imagen más que pública de ese Partido Popular que perdió las elecciones, entre otras cosas, por el desastre de Irak, sorprendentemente ha vuelto a escena y con él, todos los recuerdos del pasado.
¿Nadie le ha avisado a Rajoy? Tanto esfuerzo por cambiar la imagen y por separarse de Aznar para volver a lo mismo no tiene sentido.
Eso sí, para los demás esto tiene un evidente significado; el cambio del PP ha sido, y es, una operación de estética, nada más. El fondo, en cuánto se rasca un poco, sigue igual.
¡Viva Honduras!