En el artículo anterior, recordaba la historia de Pirro, rey de Epiro, para manifestar que había que huir de las intransigencias, los espejismos y las euforias para llegar a un acuerdo desde la base de los principios sobre los que se asienta la Unión Europea. Una semana después, hay acuerdo, aunque no sobre la base de la libertad, la igualdad y la justicia social de los ciudadanos europeos, sino sobre la imposición a un Gobierno que se ha estrellado contra una realidad que no supo o no quiso ver. El neoliberalismo ha derrotado al populismo y entre medias, y sin quererlo, a los griegos. Pirro ha regresado solo a Epiro.

En esta situación, y recordando los hechos que han sucedido en el último año en Europa y en España, es imprescindible afirmar que Europa necesita entroncar de nuevo con sus valores y sus principios. Acabar con el rapto de Europa es apremiante, pero hay que hacerlo desde una actualización de las respuestas que hay que dar, en un mundo globalizado, para mantener y ampliar el Estado del Bienestar que los recortes y la falsa austeridad ha ido rompiendo.

El sufrimiento, la ira, y la angustia, pero también cierta ilusión por cambiar las cosas, han sido el caldo de cultivo donde han surgido nuevas fuerzas políticas emergentes, que si bien han tenido la habilidad de llegar al corazón de los ciudadanos más castigados, y en muchas ocasiones conseguir su voto y los gobiernos, se ve ahora que, más allá de los discursos,no solo no tienen respuestas para una sociedad más justa, sino quehay graves carencias de proyecto, y de personas capacitadas para liderar los cambios necesarios de políticas en la administración.

Llegados a este punto, es preciso recordar dos cosas. La primera, a Ernesto Laclau, uno de los referentes ideológicos de los líderes de Podemos. En su libro, La Razón populista, cita a Gino Germani para definir qué es el populismo. Así, señala que “el populismo tiende a negar cualquier identificación con, o clasificación dentro de, la dicotomía izquierda/derecha. Es un movimiento multiclasista, aunque no todos los movimientos multiclasistas pueden considerarse populistas. El populismo probablemente desafíe cualquier definición exhaustiva. Dejando de lado este problema por el momento, el populismo generalmente incluye componentes opuestos, como ser el reclamo por la igualdad de derechos políticos y la participación universal de la gente común, pero unido a cierta forma de autoritarismo a menudo bajo un liderazgo carismático. También incluye demandas socialistas (o al menos la demanda de justicia social), una defensa vigorosa de la pequeña propiedad, fuertes componentes nacionalistas, y la negación de la importancia de la clase. Esto va acompañado de la afirmación de los derechos de la gente común como enfrentados a los grupos de interés privilegiados, generalmente considerados contrarios al pueblo y a la nación. Cualquiera de estos elementos puede acentuarse según las condiciones sociales y culturales, pero están todos presentes en la mayoría de los movimientos populistas”. La pregunta que surge tras leer esta definición es a qué recuerda y a quién. Y que cada cual saque sus conclusiones.

La segunda, es si creemos en una Europea tolerante, una Unión Europea con justicia social, una Unión Europea abierta a los sueños de una vida mejor de todos los ciudadanos.Y la respuesta es que creemos, esa es la dirección en la que debemos avanzar y no en la adoptada esta semana con un acuerdo que más pronto que tarde habrá que reformular.

En Europa y en España una mayoría de los ciudadanos quiere acabar con las políticas de recortes de derechos y la falsa austeridad que les ha llevado a muchos a la vulnerabilidad, la exclusión social y la pobreza. Y en esa labor, la socialdemocracia europea y el PSOE en España deben ser los protagonistas, como lo han sido anteriormente, en la construcción y en la ampliación del Estado del Bienestar del que todos los europeos nos sentimos orgullosos.

Tras las elecciones municipales y autonómicas, hay más Gobiernos socialistas comprometidos con la igualdad; con la necesidad de que se produzcaun crecimiento justo que llegue a todos y todas; con el fortalecimiento de los servicios públicos y contrarios a los recortes que se han aplicado en los sistemaspúblicos de educación, sanidad, dependencia y servicios sociales. Es hora de resintonizar con la Europa de los derechos desde la Administración más cercana hasta Bruselas. Es preciso luchar contra la pobreza y la desigualdad; construir un modelo productivo más justo, más equilibrado y más sostenible; garantizar la sanidad pública para todos como un derecho irrenunciable; solucionar el problema de los desahucios; recuperar la igualdad de oportunidad en la educación; crear una sociedad con igualdad, con mayor participación y total trasparencia.