En muchas ocasiones se escucha la expresión “victoria pírrica”. Y tras el referéndum griego es conveniente que algunos actores políticos, tanto del Eurogrupo como de Grecia, recuerden la historia del Rey de Epiro para no llevar al desastre y a la pobreza a más ciudadanos europeos. Sería bueno que recordaran que tras la segunda victoria de Pirro sobre Roma en la batalla de Asculum, era tal la perdida de soldados y generales que tuvo a pesar de la victoria que se le atribuye la frase: “Otra victoria como esta y volveré solo a Epiro”. Pues bien, el bienestar de los europeos tiene que desterrar un escenario como el actual donde hay mucha sobrerrepresentación y poco diálogo.
Los acontecimientos entorno a lo que está sucediendo en Grecia ocupan las portadas de los periódicos y mucho tiempo en los informativos de radio y Televisión. Desgraciadamente, ese mismo espacio no lo tienen las calamidades y el sufrimiento que están padeciendo millones de griegos que han sido empujados a la exclusión y la pobreza por la avaricia de unos, y la incapacidad y los engaños de otros.
En este contexto, hay que decir que se confunden tanto los que pretenden seguir recetando austeridad, es decir, recortes de derechos y más pobreza, porque esas políticas han sido un fracaso; como los que intentan utilizar la desesperación de los ciudadanos griegos para procurar no tener que reconocer que lo que dijeron en la campaña electoral era una estrategia para llegar al gobierno. NO se van a poder esconder en la dialéctica abstracta de los pueblos, porque la realidad la conforman ciudadanos, unos pobres y excluidos y otros no.
Por eso, frente a tanto ruido, es hora de poner como principal objetivo de un acuerdo, que es obligado, a los ciudadanos griegos. Es hora de sosiego, es hora de diálogo y es hora de un acuerdo sobre la premisa y los valores sobre los que se fundamenta la Unión Europea y sus tratados.
Los valores de Europa no son la prima de riesgo, ni la codicia. Los valores de Europa son el respeto de la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de laspersonas pertenecientes a minorías. Unos valores que son comunes a los Estados miembros de la UE en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridady la igualdad entre mujeres y hombres.
Estos son los valores que tienen que fijar las posturas y los acuerdos en la mesa de negociación. Por eso, hay que abandonar el frentismo de unos y la altanería irresponsable de otros.
El sueño de Europa es un sueño de paz y bienestar. Es la realidad de un continente que tras siglos de guerras y enfrentamientos decidió ofrecer a sus ciudadanos un espacio de libertad, de seguridad y de justicia.
Paremos un momento. Recordemos en silencio nuestra historia y leamos lo que nos hemos auto-exigido en los Tratados. Es cierto que en los Tratados, los europeos decimos que vamos a realizar un desarrollo sostenible de Europa basado en un crecimientoeconómico equilibrado y en la estabilidad de los precios, en una economía social de mercado altamente competitiva, tendente al pleno empleo y al progreso social, y en un nivel elevado deprotección y mejora de la calidad del medio ambiente. Se promoverá el progreso científico y técnico. Pero también, la Unión combatirá la exclusión social y la discriminación y fomentará la justicia y la protección social, la igualdad entre mujeres y hombres, la solidaridad entre las generaciones y la protección de los derechos del niño. Y, por si a alguien se le había olvidado, la Unión fomentará la cohesión económica, social y territorial y la solidaridad entre los Estados miembros.
Si recordamos estos valores, si actuamos bajo estas premisas, habrá una Europa de y para el bienestar de los ciudadanos. Habrá acuerdo con Grecia, pero sobre todo, habrá acuerdo en poner la dignidad de las personas como el principal de nuestros objetivos.
Que nadie vuelva solo a Epiro.