Hay también políticas que se basan en una intervención mínima del hombre, esperando que la madre naturaleza actúe y, paradójicamente, no se conocen como de secano.

Se acaba de saber que el Ministerio de Agricultura está sopesando, día a día como ha dicho su titular, el no instalar la tubería de agua que iba a abastecer Barcelona con agua del Ebro. Para ello está, como los agricultores de secano, mirando al cielo cada día para ver si llueve. Como hay que esperar que si el Ministerio ha cumplido su compromiso de instalar una tubería, la tubería se estará construyendo, hay que imaginarse la angustia del contratista pensando que, día a día, se puede quedar sin trabajo.

En lo que tiene que ver con la renovación del tribunal constitucional, parece que los grandes partidos políticos también están haciendo una política de fiar la tarea a la madre naturaleza. Dadas las perspectivas de desacuerdo insuperable que parecen tener, da la impresión de que solo la acción inexorable del tiempo puede cambiar la actual situación.

Lo mismo ha enunciado el Ministro de Economía respecto al sector económico de la construcción: intervención cero. Al Ministro le parece que intervenir artificialmente en el devenir natural de las fuerzas del mercado es perjudicial para el propio sector que, después de un atracón, precisa de una cura depurativa que reduzca el número de obras aunque ello acarree, inevitablemente, una reducción del número de empresarios y del número de trabajadores. Los que queden serán más fuertes. Para mas detalles, léase a Darwin y a Hayek.

También el Ministro de Justicia ha observado causas naturales en el atasco de la administración de Justicia. Según nos ha dicho, la lentitud es un mal endémico español y ello explicaría la imposibilidad, aparente, de que las decisiones judiciales se produzcan en un tiempo suficiente para que pueda considerarse eficaz la acción mediadora del Estado.

La verdad es que si este tipo de no intervenciones prosperase, el análisis político se simplificaría mucho. Bastaría con recordar a Mr. Chance (aquel último personaje de Peter Sellers) cuando le explicaba al Presidente de USA, que al invierno seguía la primavera y, a esta, el verano y el otoño.