Cuando un Banco llega a que el valor de sus activos, créditos y préstamos fundamentalmente, es inferior a sus pasivos y la diferencia no se compensa con su capital y reservas, se considera que está en quiebra técnica. Esto se dice fácilmente, pero es difícil valorar sus activos, ya que los créditos impagados valen menos de lo que figura en su balance, e incluso algunas de las operaciones que si están al día pueden dar lugar a pérdidas a corto plazo. En cualquier caso, la situación de quiebra técnica la determinan auditores privados o públicos para cada Banco en cuestión. Ejemplos de lo anterior serían el Banco de Valencia, el Grupo Unnim, y Bankia entre otros.

Cuando un Banco está en quiebra técnica, o se liquida o se le aportan fondos para que se restablezca el equilibrio entre su activo y su pasivo. Otra posibilidad es venderlo a un tercero, otro Banco normalmente, para que se haga cargo de la gestión, pero esto implica sanear el Banco total o parcialmente antes de venderlo, asumiendo el Estado las pérdidas correspondientes.

Así como ha actuado el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) en los casos citados al principio. Concretamente la CAM se ha vendido al Banco de Sabadell, el Unnim Bank al BBVA y el Banco de Valencia a La Caixa. En el caso del grupo BFA-Bankia, el Estado ha aportado fondos por 22.400 millones y ha mantenido a los gestores nombrados en el último año.

Es conveniente, por otra parte explicar porqué el FROB no ha decido liquidar los Bancos, lo cual podría haber dado lugar a menores pérdidas. La liquidación de un Banco implica, en primer lugar, que éste deja de realizar nuevas operaciones y se limita a administrar las antiguas. De esta solución hay un precedente en 1983, que fue la expropiación del grupo Rumasa. El Gobierno liquidó los Bancos del grupo, que luego se repartieron entre otros Bancos, con una generosidad sin precedentes ya que ningún acreedor de Ruiz Mateos perdió una peseta de las que le prestó. Sin embargo, el Estado devino en dueño de muchas empresas, además de los Bancos, que el Gobierno tuvo que administrar y luego vender o liquidar, lo que al final dio lugar a grandes quebraderos de cabeza judiciales y políticos.

Además, si el Estado liquida un Banco tiene que aportar fondos al mismo para devolver los depósitos a todos los acreedores según vayan venciendo, empezando por todos los saldos de la cuentas corrientes y cuentas de ahorro, lo que no parece oportuno en un momento en que las arcas públicas están exhaustas. Y por último, tendría que ir despidiendo personal según el Banco redujera su actividad. No es extraño, por todo lo citado, que cualquier Gobierno huya de esta medida como de la peste.

Pero según mi modesto criterio, existe otra alternativa a las de liquidación o venta, que aparentemente el FROB no se ha planteado, posiblemente por prejuicios ideológicos y por la previsible presión del poderoso sector financiero. Consiste en que, con los medios de los Bancos en quiebra: locales, personal y equipos, y manteniendo el negocio, se ponga en marcha una Banca Pública de nueva creación. De esta manera las aportaciones a los Bancos, que en cualquier caso deberían hacerse para mantener su solvencia, se podrían recuperar conforme la situación económica lo permitiera. Además, y no menos importante, esta Banca Pública podría actuar como contrapeso del oligopolio financiero que se avecina cuando acabe el proceso de reestructuración en curso.

Existe ya un clamor ciudadano en este sentido, que sería bueno que se desarrollara más, y no hay que descartar que si existiera un cambio político substancial, se pudiera llegar a la reversión de las ventas llevadas a cabo hasta el momento, para así poder recuperar los dispendios efectuados hasta ahora para evitar la liquidación de estos Bancos.