La falta de competitividad no es por la existencia de salarios excesivamente elevados, sino por la falta de innovación tecnológica, por la poca apuesta por la I+D, y en consecuencia, por una productividad menor que la de los países que sí fomentan la preparación de los trabajadores y empleados, así como por la renovación de los medios de producción. Lo que sería deseable es que, si reamente creen tanto en la economía española, se decidieran a invertir, en lugar de llevar a cabo ERES, aunque obtengan beneficios. El gasto que supone para las empresas las regulaciones de empleo, jubilaciones anticipadas, y las indemnizaciones por despido, bien que pudieran dedicarlas a invertir en ciencia y tecnología. Estas empresas deberían llevar a cabo un compromiso, para evitar la sangría que está suponiendo el despido a lo que son muy dados.
Los empresarios y responsables del sistema financiero, deberían hacer un diagnóstico certero de la situación, hacer propuestas para resolver los graves problemas que nos acechan, y dejar de hacer declaraciones de buenas intenciones, pero sin ningún sustento de análisis riguroso. Tampoco es aceptable que a estas alturas de la crisis se siga insistiendo en que hay que proseguir con las reformas emprendidas, pues estas responden más a una contrarreforma que a otra cosa, pues las verdaderas reformas estructurales son aquellas que deberían conseguir hacer avanzar a la economía española por la senda de la innovación y de la transferencia de tecnología.
En otro orden de despropósitos, resulta verdaderamente llamativo el que Rodrigo Rato al dimitir, o ser invitado a ello, como Presidente de Bankia afirmara sin ningún tipo de problemas, que se marchaba pero que la entidad que dejaba era muy solvente. Entonces, ¿por qué se fue?, o ¿por qué le obligaron a irse? Pero por si fuera poco, el nuevo presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, también manifestó al poco de hacerse cargo del puesto que Bankia era solvente ¡caramba con la solvencia! El grupo Bankia declara pérdidas récord en la banca española y hay que inyectarle dinero público por una cantidad de 19.000 millones de euros, además de la conversión del crédito FROB en capital. Esto sí que es una verdadera ruina, que puede arrastrar a la economía española al abismo, y no otras prestaciones sociales y educativas básicas a las que están recortando, y a las que quieren culpabilizar de mala gestión o excesos cometidos.
No sé a quien quieren engañar con todo esto, la verdad es que se me escapa, pues si hay algo de lo que estoy seguro es que la gente no es tonta, aunque no tenga una cultura financiera, sabe que las cosas están mal y pueden ir a peor. La incertidumbre, la inseguridad y la desmoralización se han instalado en nuestra sociedad, y el Gobierno con su actitud contribuye a agravar más las cosas. Se dirá, como descargo, que es la forma de no crear alarma social y enviar un mensaje de tranquilidad. La oscuridad en las explicaciones, sin embargo, es lo peor que se puede hacer para fomentar la intranquilidad y la angustia de las gentes.
Desde luego no hay nada peor que tratar a las personas como menores de edad, y lo que crea inseguridad ante un sistema financiero que se hunde en parte es dar muestras de que no se sabe qué hacer, ni cómo proceder a rescatarlo. Esto lo que provoca es que cunda el pánico. No hay nada más alarmante para una sociedad, el que no se sepa dar explicaciones, al tiempo que no se haya afrontado con suficiente claridad la situación de Bankia. Cuáles son las razones de por qué se ha llegado a este nivel de pérdidas, muy superiores a las que provocaron la intervención en Banesto en 1993, y que no se generan de una día para otro. Los ciudadanos debemos exigir una información veraz, transparente, y que se depuren las responsabilidades correspondientes. Son muchas pequeñas cuentas corrientes las que están en juego, de gente modesta y de trabajadores que llevan toda su vida ahorrando con esfuerzo y sacrificio. No se puede jugar con ellos, ni con los ciudadanos que vemos como los impuestos que pagamos se dirigen a salvar instituciones financieras, que han cometido demasiados desmanes, mientras se ataca despiadadamente al Estado del Bienestar.
Ha sido un hecho realmente vergonzoso, que cuando se produjo la nacionalización de Bankia, ningún ministro saliera a dar explicaciones. Esto contrasta con la posición del ministro de economía, Pedro Solbes, que en un domingo hizo una aparición pública en los medios de comunicación con el caso de la intervención de la Caja de Ahorros de Castilla La Mancha. Una entidad financiera de un tamaño notablemente inferior a la de Bankia. El ministro supo dar explicaciones y con su comparecencia contribuyó a dar tranquilidad.
El lunes 28 de mayo, la prima de riesgo de la deuda pública española superó los quinientos puntos, a su vez las acciones de Bankia se desplomaban. Ante una situación de esta naturaleza, el presidente del Gobierno hizo una rueda de prensa, gesto que hay que alabar. Pero me sentí muy defraudado por las explicaciones y las respuestas dadas. No entiendo como se desaprovecha una oportunidad tan solemne para no decir prácticamente nada e insistir en que vamos a seguir por el camino equivocado. ¿Hasta cuándo?