Es sabido que la tierra está sobradamente privatizada, hasta el punto que los pueblos nómadas tienen un futuro cuanto menos incierto, porque el Planeta se ha llenado de lindes que identifican a quién pertenece cada espacio acotado. El fuego también es privativo, y sólo hay que ver cómo se ponen algunos cuando les tocan los asuntos de la energía para darse cuenta del negociazo redondo en que se ha convertido proporcionar luz, calefacción o combustible en este mundo globalizado y consumista. El tercer elemento, el agua, es un bien escaso, cada vez más escaso. Por eso existe la tendencia de privatizarla. Pero este asunto es mucho más peliagudo, porque sin tierra, calefacción o luz eléctrica se sobrevive mal, pero se aguanta el tirón. Pero cuando se privatiza el agua se condena a muchos seres incluso a la muerte, como sucede en casos extremos en zonas pobres del Planeta, donde este bien escaso se ha dejado en manos de empresas que buscan sacar rentabilidad a cualquier precio.
Parece que ahora le ha llegado el turno a Madrid. Al menos eso es lo que acaba de anunciar Esperanza Aguirre: quiere convertir la empresa pública Canal de Isabel II en una sociedad anónima que gestione “el ciclo integral del agua”, según sus propias palabras. Este es un hecho que los ciudadanos madrileños no pueden dejar que suceda. Convertir el agua en un bien sujeto a parámetros de rentabilidad va en contra del bienestar de la mayoría. No hay servicio más público que proporcionar agua potable de calidad a todos los ciudadanos, sin escatimar en inversiones que mejoren la red de distribución y la calidad del líquido elemento. ¿Esto lo puede garantizar una empresa privada? Si recordamos lo que ocurre en otros sectores, parece que no. Sólo hay que ver lo que se ha deteriorado el suministro eléctrico, que cada vez que hay un tirón de energía se producen apagones, porque las empresas concesionarias no invierten lo suficiente. Y no digamos ya la Sanidad, cuya privatización ha hecho que la salud se haya convertido en un problema social en Madrid.
No he hablado del cuarto elemento, el aire que respiramos. No quiero dar pistas, no sea que Aguirre y compañía se den cuenta del negocio que sería eso y nos coloquen un aparatito para…. Ya he escrito más de la cuenta.