La segunda decisión se produce con el nombramiento del italiano Mario Draghi a la Presidencia del Banco Europeo..
En un reportaje semanal se hablaba de las habilidades del Sr. Draghi. Paciente, constante e inteligente. Y no lo dudo. No dudo que tenga inteligencia notable para convertirse en el nuevo presidente del BCE, uno de los organismos en estos momentos con papel predominante sobre la crisis económica de Europa. Ni dudo de su hábil inteligencia para estar en el momento adecuado y en el sitio oportuno: cuestión de estrategia y supervivencia. Porque viendo el currículum de Draghi demuestra ser un hábil superviviente que apenas ha salido chamuscado de las tareas encomendadas.
Lo que dudo es cómo y por qué se elige a Draghi, sobre todo, cuánta capacidad democrática tienen los gobiernos europeos para decidir sobre el presidente del organismo sobre el cual se regirá la salida a la crisis económica. Como bien reflejaba el titular de prensa (con exceso periodístico), Mario Draghi tiene una misión: salvar a Europa.
¿Quién y cómo se ha decidido que sea él el salvador? ¿Dispone del currículum adecuado?
Yo no lo he decidido. Ni lo he votado ni le conozco, ni siquiera me han ofrecido las referencias necesarias para que ponga en sus manos mi futuro y el de mis compatriotas europeos. En cualquier contienda electoral (como la que se avecina del 20-N), exigimos promesas, medidas, soluciones, cumplimientos, programas, compromisos, transparencia y responsabilidad, que, peor o mejor, los candidatos se esfuerzan en ofrecer para obtener nuestro voto. Aún así, la decepción sobre la política embarga a los ciudadanos, pero, en cambio seguimos con los mismos vicios, estrategias y modos en aquellos instrumentos económicos que van a condicionar a nuestros gobernantes democráticos.
Hablamos de democracia universal, de gobernanza europea, de la necesidad de más y mejor política, pero en cambio desconocemos el modo en que se eligen a quienes, de forma “oscuramente discreta”, ostentan mayor poder y decisión que nuestros gobernantes políticos.
No pretendo ser yo quien decida sobre el Presidente del Banco Europeo, pues no dispongo de la suficiente información para que mi decisión sea cualitativamente válida en una elección tan complicada, pero ¿cuánta capacidad de decisión ha tenido mi Presidente de Gobierno? ¿Es una elección por negociación, consenso, presión, juego de intereses, currículum? ¿O sencillamente se trata de estar en el momento oportuno y en el sitio adecuado?
Si vemos el currículum de Draghi, comprobaremos que su perfil es cuanto menos cuestionable, pues no ha estado exento de decisiones comprometidas: ha sido miembro del comité de privatizaciones italiana decidiendo sobre temas en los que ha obtenido grandes beneficios Goldmann Sachs; posteriormente a la obtención de estos beneficios, fue nombrado vicepresidente de Goldmann Sachs, que fue la consultora que maquilló las cuentas de Grecia frente a la UE; posteriormente, fue nombrado Director del Banco Italiano. Hoy, Italia está en el ojo del huracán, más que España incluso.
¿Cuánto ha tenido que ver Draghi con estas decisiones siendo uno de los pesos pesados de estos organismos?
En estas aparatosas y lejanas cumbres europeas donde el mundo se observa de otra manera, con una distancia privilegiada a la que pertenece un club de selectos miembros, lo difícil es entrar en el club, porque una vez dentro todo parece funcionar como en un clan: por favores, amistades, presiones, intereses, y conocidos. Mucho más mundano y simple que lo que el cargo en sí merece.
Lamenten mi escepticismo y enfado democrático, pero me disgusta comprobar que quienes han sido responsables de la crisis económica, bien por provocarla, por no advertirla, por ayudar a hundirnos más, en definitiva, aquéllos que hoy deberían ser despedidos por no haber hecho bien sus deberes, siguen encumbrados repartiéndose los cargos y los puestos porque pertenecen a un club selecto. Seguramente aplicarán las mismas viejas recetas, y decidirán con la misma seguridad que nos ha provocado este estropicio. Después de comprobar que hay mucho de “humano” y poco de científico en las elecciones a presidir bancos y cajas (véase la Cam por poner un ejemplo), y que nadie está exento de cometer graves errores, si Europa quiere cambiar su forma de gobernanza, deberá comenzar no sólo por los poderes políticos sino por los instrumentos que regirán su destino.
Igual que la política necesita ser revisada y que entren vientos nuevos de mayor transparencia y democracia, los organismos económicos necesitan quitarse el lastre de quienes han hecho las mismas cuentas y cuentos que propiciaron este estropicio. Pero en economía todavía no se piden responsabilidades porque sigue asustándonos cambiar de rumbo.