De momento, su única propuesta desvelada es un duro argumentario contra todo lo que ha hecho el gobierno de Rodríguez Zapatero, aderezado con diversas críticas ad personan al nuevo candidato del PSOE.
Desde luego, con esos pocos mimbres, en un país mínimamente serio resultaría difícil que un partido pudiera llegar a ganar las elecciones. Pero en la España actual puede pasar de todo. De hecho, los estrategas electorales de Rajoy recomiendan vivamente que el candidato no enseñe sus cartas, que no concrete nada (para evitar eventuales rechazos y disconformidades) y que mantenga el mayor grado de ambigüedad calculada. Y la verdad es que en el arte de la ambigüedad Rajoy se comporta como un maestro consumado.
Una parte del electorado español sabe perfectamente que el PP tiene un programa oculto muy similar al de otros líderes conservadores europeos. Y, por lo tanto, votar en estas condiciones por el PP es dar un cheque en blanco a Rajoy, para que ulteriormente lo cumplimente en la forma en la que es previsible. Por lo tanto, después nadie deberá llamarse a engaño. Ni los que apoyen explícitamente al PP, ni los que faciliten indirectamente su triunfo, bien absteniéndose, bien efectuando un voto meramente testimonial a un partido pequeño.
Sin embargo, la verdad es que en este juego de ocultamientos y simulaciones Mariano Rajoy está llegando a unos extremos verdaderamente singulares y extraños, que cuestionan la propia lógica de una democracia madura, en la que se supone que los electores deben ser capaces de poder anticipar cuáles van a ser las consecuencias y efectos de su voto. Aquí, en cambio, parece que nada va a quedar claro y todo va a depender de las capacidades de adivinación de cada cual.
Lo único que nos falta por ver es que el texto final que, a modo de programa, no le quedará más remedio al PP que hacer público en algún momento, venga redactado en forma de adivinanzas, acertijos y epigramas misteriosos. Es posible que algún estratega electoral del PP ya haya propuesto esta idea, argumentando que de esta manera, al menos los electores pasarán un rato entretenido. ¿Es serio todo esto?