La información dice que son 255 las propuestas. Basta conocer los contenidos de una serie de ellas para saber que los autores de la mayoría no pueden ser otros que los afines al Gobierno, que las irá aplicando en función de cómo evolucione el panorama económico, el político y, sobre todo, el electoral. Pero es muy significativo que tras el varapalo en las elecciones europeas los dirigentes del PP en las Autonomías sean capaces de proponer semejante escabechina. Sólo es comprensible si son más de derechas que el Tea Party norteamericano.

Sus propuestas sobre los copagos en la sanidad pública, hasta por no utilizarla después de haber solicitado una consulta, amén de recuperar la tasa por receta o pagar por la austera hostelería de los hospitales, demuestra que su voluntad por desmantelar servicios públicos es firme y duradera. Y para que no tengamos dudas reivindican que haya desgravaciones fiscales a los usuarios de los seguros privados. Son sólo una pequeña muestra de lo que plantean. Tras lo ya hecho por Rajoy y su equipo como, por ejemplo, reduciendo las plantillas del sistema público en más de cincuenta mil personas y de haber privatizado todo lo privatizable; después de los copagos, unos frustrados y otros no; después de retirar medio millar de medicamentos del recetario público, a los que habría que sumar otros tantos que se anuncian; después de rebajar sueldos, de aumentar jornadas…. En fin, después de tanta demolición lo que demandan estos derechistas de la periferia no suena a racionalización y ahorro sino a una provocación en toda regla a cuantos luchan por la defensa de nuestro sistema sanitario público.

También es una provocación a los empleados públicos esa nueva lista de agresiones, entre ellas las de incrementar otro 10 por 100 el ratio máximo de alumnos por clase, ampliar una vez más la jornada laboral para llegar a las 40 horas semanales, eliminar todos los “moscosos”, reducir las retribuciones anuales en el equivalente a una paga extra, etc, etc. Lo dicho, están en plena orgía de agresiones, lo que vuelve a poner en primer plano la inquietante pregunta: ¿En manos de quiénes estamos?

Cabría pensar que cuarenta años de dictadura y nacionalcatolicismo han inoculado en la derecha una mentalidad que la hace impermeable frente a los males que sufre la gente por causa de las políticas que aplica cuando ejerce el poder. Si en el pasado no le creó mala conciencia, ahora deben sentirse ufanos pues, al fin y a la postre, están ahí por que se les ha votado. La esperanza reside en que cada vez más ciudadanos les den la espalda, aunque en previsión de ello tratan de retorcer los usos democráticos como, por ejemplo, acaba de hacer el gobierno de Castilla-La Mancha reformando la ley electoral a su medida. El de Madrid lo está intentando.

Cabe también decir que, además de reaccionarios, a los dirigentes del Partido Popular puede tildárseles de contradictorios e irresponsables. Contradictorios porque en plena campaña pregonando que hemos salido de la recesión, que el empleo –digamos, mejor, el subempleo- va a más, que, como antes se ha apuntado, no habrá más recortes, resulta que a la par divulgan esa lista de nuevos recortes que son la más sardónica de las contracampañas. Irresponsables porque ante el temor a que se amplíe aun más el rechazo a su gestión están decididos a aplicar una reforma fiscal de tufo electoral que, racionalmente, es un despropósito.

Podría ser que en su irresponsabilidad influya la creencia de que serán muchos los que no se darán cuenta de que lo que ingresen por la rebaja fiscal lo gastarán multiplicado por dos, tres y hasta más veces por la profundización en el deterioro de los servicios y prestaciones públicas. O que piensen que los ciudadanos se han creído que los recortes han tocado suelo. No son un brindis al sol las propuestas que comentamos, por mucho que las filtren, descarten parte de ellas o retrasen el momento de su aplicación. Sea como fuere, con una deuda pública cercana al 100 por 100 del PIB; con la ya aprobada reducción de un 3,2 por 100 en el gasto público para 2015 y, en fin, con todo lo que conlleva una gestión política como la que sufrimos no vale engañarse: habrá más recortes, terminarán elevando el IVA que es, como se sabe, un impuesto no equitativo, y conseguirán resquebrajar más el nivel de cohesión social de nuestro país. No debe ser casualidad que en estos mismos días y con escandalosa claridad el Banco de España recomiende ahorrar para paliar el que las pensiones serán cada vez más bajas. Por todo ello esta reforma fiscal, además de una irresponsabilidad, es lo más parecido a un timo.