Digo esto porque desde la militancia de base y desde el espectro social progresista (votante habitual del PSOE) han sido numerosas las voces que hace tiempo han venido advirtiendo de la falta de sintonía de una parte importante de la sociedad con las medidas adoptadas por el Gobierno y avaladas por la dirección socialista. Los resultados del 22 de mayo no han hecho sino constatar lo acertado de aquellas advertencias y el error del PSOE y el Gobierno al no escucharlas.
Lo dicho hasta ahora no pretende en absoluto empañar los importantes avances en derechos civiles y servicios esenciales del Estado de Bienestar que la sociedad española demandaba y el Gobierno socialista ha conseguido en sus siete años de mandato.
En mi opinión, sería un error pensar que la desafección hacia el PSOE que el resultado electoral ha reflejado se debe sólo a la situación de crisis y los recortes efectuados por el Gobierno; sin negar que la crisis y sobre todo las medidas adoptadas para intentar salir de ella han influido en la votación ciudadana, no es menos cierto que hay más causas y algunas no son recientes. Me explicaré:
Hace tiempo que el Partido Socialista no conecta con los diferentes grupos sociales (movimientos asociativos, vecinales y colectivos profesionales) que se han movilizado contra un modelo de sociedad, la nuestra, donde aumentan cada día más las desigualdades sociales, se genera un clima muy generalizado de inestabilidad laboral y se favorece de forma descarada los intereses de los más poderosos. Muchos ciudadanos no perciben en sus reivindicaciones la cercanía de los socialistas y dudan de su fiabilidad como compañeros de viaje. Podríamos decir en términos coloquiales, que el PSOE ha ido perdiendo la capacidad de interlocución con los “ problemas de la calle” y ello ha llevado a una falta de credibilidad que se ha traducido en una falta de apoyo electoral.
En el ámbito interno el escenario no es más halagüeño; numerosas agrupaciones locales y organizaciones sectoriales tienen una escasa actividad política, no se facilita por tanto el debate como instrumento decisivo en la vida de un partido socialdemócrata y ello impide que los militantes puedan liderar los movimientos que surjan en sus ámbitos territoriales. Es decir, se debilita la influencia de los socialistas en el tejido social.
Ahora bien, lo ocurrido el pasado 22-M obliga a reaccionar con urgencia al PSOE, lo exige su historia y lo necesita la sociedad española. Nuestro país necesita una socialdemocracia fuerte que plante cara al neoliberalismo triunfante y le impida seguir destrozando lo mejor de nuestra sociedad. Tras la debacle electoral llega la hora de la verdad para el socialismo español.
Ante la prepotencia de los mercados, la nauseabunda especulación imperante, la pérdida de autoridad de los gobiernos ante los poderes económicos y financieros, la desfachatez de una derecha retrógrada, el riesgo de un desmantelamiento del estado de bienestar y un incremento aún mayor de las desigualdades sociales, el PSOE debe presentar con rapidez un nuevo proyecto que genere esperanza, que pueda llevar a lograr una sociedad más justa, que profundice la democracia incrementando la participación real de la ciudadanía, que haga posible una mejor redistribución de la riqueza, que establezca una fiscalidad más justa haciendo realidad un deseo mayoritario, que pague más quien más tiene, que erradique la corrupción, que ponga coto al objetivo empresarial de abaratar el despido y facilitar trabajos en precario ,que logre una transparencia plena en las actuaciones de las administraciones públicas, que aborde la necesaria reforma de la ley electoral demandada por amplísimos colectivos sociales; en fin que presente un proyecto atrayente para una mayoría social que necesita sentir un PSOE haciendo propuestas socialdemócratas.
Desde mi lealtad al socialismo democrático y mi compromiso con sus valores, estoy seguro que el socialismo español sabrá salir de la difícil situación actual y recobrará la confianza de una mayoría social.