Sociológicamente, también han existido estrechas relaciones cultivadas por el intercambio de nuestras gentes. En los años 60, Alemania fue cantera de trabajo para una generación de españoles (algo similar a lo que ahora les ocurre a nuestros jóvenes, pero entonces con mejores condiciones laborales que las que se ofrecen ahora); mientras que los años 80 fue el ‘boom’ inmobiliario de los alemanes en nuestras costas comprando residencias para su jubilación. Alemania fue decisiva en el “milagro español” y en su recuperación económica, como lo ha sido ahora para crear la burbuja inmobiliaria y el déficit público con Bancos alemanes financiando unos créditos a veces claramente extravagantes.
Y también nos unen los tópicos que tanto hemos aplaudido unos y otros, y que hoy suponen una carga pesada sobre nuestros hombros. A los españoles nos fascina su disciplina, su orden, su austeridad, su formación, como si nosotros fuéramos incapaces de obtenerlo, porque depende más de los “genes” que de otros condicionantes. A los alemanes les gusta nuestro sol, nuestro estilo de vida, nuestras playas, nuestra siesta y muchos tópicos, que se han mantenido porque los alemanes aplaudían aquí lo que rechazan luego en su país.
No es fácil desentrañar las relaciones psicológicas que entremezclan nuestros países y que tienen un fuerte poso cultural.
Merkel no va a descubrir en España nada que no conozca, pero la visión que obtenga estará claramente deformada por los intereses que ella persiga. Se ha quedado sola en esta aventura de restricción, austeridad, dolor y sufrimiento. Primero, lo advirtieron los economistas de izquierdas, pero ellos no eran creíbles porque tenían “opinión e ideología”; luego, se sumaron voces acreditadas de Premios Nobeles u otros mandatarios políticos advirtiendo del descalabro que podría producirse en Europa, pero fueron descalificados porque tenían sus propios intereses; posteriormente, la ciudadanía salió a la calle indignada por lo que estaba ocurriendo, pero la gente no cuenta ,porque las estadísticas se hacen con números y no con nombres. Finalmente, todo el mundo clama, sea del color político que sea, que más de cuatro años de crisis sin ver el final del túnel y cayendo por el precipicio no es la solución.
Pero Merkel sigue erre que erre su camino, casi en solitario, apoyada por el club de élite de los países europeos de su entorno. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo se pretende configurar la nueva Europa?
Merkel sabe lo que quiere y hacia dónde ir, con independencia de que a los demás nos guste o no. Su interés coincide con nuestro sacrificio. Su solución va pareja a nuestro fracaso. Una solución alemana de contrapesos. Cuando vemos en peligro a Europa y al euro, habría que preguntarse si Merkel lo ve de la misma forma, porque seguramente su concepción de Europa no sea la misma, ni tampoco el valor del euro tenga el mismo significado. Su Europa es muy diferente a la que soñaron otros políticos alemanes como Willy Brandt o Helmut Khol.
Y en ese plan, España es una pieza más de su diseño de una nueva Europa.