La evolución hacia posiciones más moderadas del electorado de Québec y los acuerdos de gobierno a los que han llegado las dos principales fuerzas enfrentadas en Irlanda son dos excelentes noticias políticas. Las declaraciones públicas de los dos líderes que aparentemente eran enemigos irreconciliables, y que encarnaban el mayor grado de enfrentamiento en Irlanda, demuestran que el odio puede acabar siendo reemplazado por la racionalidad política, en beneficio de todos y, sobre todo, de sus hijos, como remarcaron en sus declaraciones.

Lo que ha ocurrido en Québec y en Irlanda no ha sido fácil. En Québec existen fuertes raíces de diferenciación cultural y política; ¿recuerdan el famoso ¡viva Québec libre! del general De Gaulle? Y en Irlanda las luchas armadas entre dos comunidades enconadas han sido duraderas y sangrientas. Aunque las comparaciones siempre son difíciles, cualquier observador distanciado e imparcial, tendría que reconocer que tales procesos presentaban en principio más dificultades que el del País Vasco. Y, sin embargo, por una y otra vía, parece que se han acabado orientando por cauces más templados y civilizados. ¿Por qué no en España también?